Un camión cisterna abastece de combustible a una estación de servicio en México. (Foto: AFP
Un camión cisterna abastece de combustible a una estación de servicio en México. (Foto: AFP

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha lanzado el ataque más fuerte contra la corrupción y el crimen organizado de su novel gobierno: detener el que ha crecido dramáticamente en los últimos años.


El nuevo líder está tratando de detener el robo a través de ductos clave que transportan combustible, pero el esfuerzo por reencauzar la distribución a través de carro tanques ha provocado largas filas en las gasolineras, al tiempo que amenaza con dañar la economía y su popularidad si persiste la escasez.


Desde el mes pasado, el veterano izquierdista López Obrador ha ordenado el cierre de seis oleoductos principales especialmente vulnerables a las tomas ilegales y desde las que bandas criminales y otros ladrones han desviado combustible valuado en miles de millones de dólares.


El presidente, que asumió el cargo el 1 de diciembre, obtuvo una aplastante victoria electoral con promesas de erradicar la extensa corrupción, fortalecer a la golpeada petrolera estatal Pemex y garantizar la estabilidad de los precios de los combustibles.


¿Por qué hay tanto robo de combustible en México?

El creciente mercado de combustibles para motores en México es un jugoso objetivo para los ladrones. En tamaño, es el sexto más grande del mundo, según datos de la Secretaría de Energía, con una demanda diaria total de casi 1.18 millones de barriles de gasolina y diésel.


La falta de atención del Gobierno ha permitido a grupos organizados hacer perforaciones a lo largo de los principales oleoductos de Pemex. La complicidad interna en las refinerías y terminales de la empresa también ha abierto la puerta al robo de camiones cisterna completos cargados de combustible.


El combustible robado de la infraestructura de Pemex termina también en manos de los mismos minoristas que venden legalmente gasolina y diésel de Pemex.


¿Cómo comenzó el robo de combustible y quién es el responsable?

El robo de combustible ha sido un problema en México durante décadas, pero ha ido en aumento en los últimos años.


El combate al narcotráfico ha hecho que los cárteles se vuelquen a otras formas de robo y la red de oleoductos de la nación resultó ser un blanco perfecto. Los robos se intensificaron en los últimos años a raíz de las reformas al sector petrolero por parte del expresidente Enrique Peña Nieto, quien abrió la industria a la inversión extranjera.


A su vez, los precios minoristas subieron, dando a los cárteles la oportunidad de un mayor margen de ganancia a través de las ventas de gasolina en el mercado negro.


Los ladrones se conectan a los ductos y actualmente están desviando el equivalente a alrededor de una quinta parte del consumo total nacional de gasolina, unos 150,000 barriles por día (bpd), según cálculos de Reuters basados en datos oficiales. Luego revenden principalmente a gasolineras cómplices.


Pemex contabilizó más de 12,500 tomas ilegales en su red de ductos de combustible durante los primeros 10 meses del 2018, más que en el año previo. El robo generalizado le cuesta a Pemex más de US$ 3,000 millones anuales, según cifras oficiales.


López Obrador ha dicho que más del 80% del robo es organizado por empleados de Pemex, aunque no ha proporcionado pruebas. También ha señalado reportes de que el sindicato ha estado restringiendo el acceso a partes de las operaciones de la empresa.


Estados del centro y occidente, incluyendo Querétaro, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán y Jalisco, son los más afectados por el robo en los ductos, así como la refinería de Salamanca, que ha estado especialmente afectada por el crimen organizado y violentos disturbios.


¿Por qué México no produce suficiente gasolina?
Durante años, las seis refinerías de petróleo de Pemex han operado por debajo de su capacidad, debido a una mezcla de falta de inversión y de mantenimiento así como accidentes frecuentes, incluyendo explosiones mortales que han provocado paros costosos.


El año pasado, las refinerías operaron a cerca de un tercio de su capacidad de procesamiento de crudo de 1.63 millones de bpd, en comparación con el 2013, cuando procesaron cerca de 1.4 millones de bpd.


¿Cómo cumple México con sus necesidades de combustible?
En los últimos años, México se ha vuelto cada vez más dependiente de las importaciones de combustibles, y las compras al exterior de gasolina, destilados y gas licuado de petróleo representaron en el 2018 cerca de dos tercios de la demanda total.


En el 2016, las importaciones y la producción nacional representaron aproximadamente la mitad cada una. México tiene 16 terminales marítimas capaces de recibir combustible importado, más 74 terminales de almacenamiento y más de 8,800 kilómetros de ductos.


Las importaciones fluyen principalmente a través de las terminales Pajaritos, Tuxpan y Veracruz, en la costa mexicana del Golfo de México, que recientemente se han convertido en cuellos de botella para las importaciones.


México es un mercado de exportación fundamental para las refinerías y empresas comerciales estadounidenses y es el mayor comprador de gasolina y diésel de Estados Unidos.


En octubre, Estados Unidos exportó 621,000 bpd de gasolina a México, lo que representa aproximadamente el 60% de los 1.03 millones de bpd exportados ese mes, según la Administración de Información de Energía (EIA) de ese país.


Si bien los volúmenes son mucho más bajos que los suministros transportados por mar, los envíos por ferrocarril desde Estados Unidos han crecido sustancialmente y alcanzado niveles récord varias veces desde principios del 2017, según la Asociación de Ferrocarriles Americanos, el grupo ferroviario más grande de ese país.


¿Qué hace el gobierno?
El nuevo gobierno inició el cierre de las principales tuberías de combustible el 27 de diciembre. La producción en las refinerías de Madero y Minatitlán en la costa del Golfo de Pemex también se ha detenido parcial o totalmente, lo que contribuye a la necesidad de combustibles importados como reemplazo.


López Obrador espera que unos 5,000 carro tanques puedan distribuir suministros a más de 11,000 gasolineras en todo el país. Si bien la gran mayoría de las estaciones son franquicias de Pemex, un número creciente pertenece a nuevos participantes privados, entre ellos el gigante ExxonMobil y la empresa comercial Glencore, que en algunos casos importan su propio combustible.


El costo del transporte de gasolina y diésel en camiones cisterna es casi 14 veces más caro que a través de ductos, según un estudio de la Comisión Federal de Competencia Económica de México (Cofece).


Tanto Pemex como López Obrador han buscado convencer a ciudadanos cada vez más inquietos de que existe mucha gasolina y que 4,000 soldados están supervisando las refinerías y otras instalaciones clave.


También ha suplicado paciencia a los ciudadanos mientras se normaliza el nuevo sistema de distribución. El equipo de López Obrador aún tiene que explicar cómo financiará los costos de distribución mucho más elevados.