Los chilenos tienen motivos para estar insatisfechos. Pero un modelo económico descabellado no está entre los pecados del Chile.
Los chilenos tienen motivos para estar insatisfechos. Pero un modelo económico descabellado no está entre los pecados del Chile.

Es tentador concluir después de una semana de violencia que Chile está siguiendo a sus vecinos latinoamericanos en la fascinación por la ira pública y la anomia política. Pero hay que resistir esa tentación.