Su gran paso en la política fue ser elegido en 2019 como prefecto de la provincia andina de Azuay, cuya capital es Cuenca (Foto: EFE).
Su gran paso en la política fue ser elegido en 2019 como prefecto de la provincia andina de Azuay, cuya capital es Cuenca (Foto: EFE).

Yaku Pérez, el político indígena del pueblo kichwa kañari que hace dos años alborotó las elecciones presidenciales de al quedarse a las puertas de la segunda vuelta, busca la revancha con su propuesta “ecosocial”, que presenta como una alternativa a la derecha y al .

A sus 54 años, Yaku Pérez (Cachipucara, 1969), abogado, docente y defensor a ultranza del agua y de la naturaleza, volvió a la arena política como una de las caras más conocidas para el electorado ecuatoriano entre los ocho candidatos presidenciales inscritos para estas extraordinarias, convocadas para el domingo 20 de agosto.

Con su perfil izquierdista, ambientalista y humanista, Yaku destila simbolismo por donde camina y a estos comicios concurre por la alianza de izquierdas “Claro que se puede”, integrada entre otros partidos por su propio movimiento político, Somos Agua, creado después de su anterior postulación presidencial.

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Y es que el agua es la gran bandera de este candidato que en 2017 decidió cambiarse el nombre de Carlos por el de Yaku (agua, en kichwa). “Del agua venimos, al agua devenimos. El agua es nuestro futuro”, afirma el candidato, actualmente integrante del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza.

Atrás quedó su anterior candidatura de 2021 con el movimiento Pachakutik, el brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la mayor organización social del país, de la que asegura contar con el apoyo de sus bases, si bien sus líderes no han manifestado su respaldo ni a él ni a otros candidatos.

Su talante siempre pacífico y sosegado contrasta con la firmeza con la que defiende sus convicciones y su férrea oposición a las industrias extractivas como el y la minería, actividades sobre las que promueve su abandono acelerado, en tanto se muestra abierto a las inversiones extranjeras en otros sectores más sostenibles.

Yaku Pérez sostiene que fue víctima de un “fraude” en el escrutinio de votos de las elecciones de 2021, en las que un ajustado conteo dio el pase al balotaje final al actual presidente, el conservador , quien se midió en esa segunda vuelta con el candidato correísta Andrés Arauz.

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Chacana, saxofón y bicicleta

Colgada del cuello porta una chacana (cruz andina), también llamada como la constelación del sur, estrellas que representan lo comunitario y la armonía con la Pachamama (la Madre Tierra), y que para el candidato, marcan las cuatro direcciones de un eventual Gobierno suyo: seguridad, economía, ecología y gobernabilidad.

En sus inicios lideró varias organizaciones indígenas, como la Federación de Organizaciones Indígenas y Campesinas del Azuay (FOA), de 2003 a 2012; la Confederación de los Pueblos Kichwas del Ecuador (Ecuarunari), de 2013 a 2019; y la Coordinación Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), de 2016 a 2019.

Saxofonista y amante de la bicicleta, con la que procura trasladarse a todos los sitios, Yaku Pérez fue varias veces detenido y encarcelado por “sabotaje y terrorismo a servicios públicos” y criminalizado por protestar en defensa del agua y de la naturaleza durante el decenio presidencial de Rafael Correa (2007-2017).

Tras una de esas protestas fue condenado a un año de prisión, sentencia que fue recurrida y que en segunda instancia se redujo a ocho días, por tratarse de la defensa del agua con un “propósito noble”. En 2018, la le otorgó medidas cautelares después de que denunciara amenazas contra su vida.

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Salto en política y matrimonio indígena

Su gran paso en la política fue ser elegido en 2019 como prefecto de la provincia andina de Azuay, cuya capital es Cuenca, donde también fue concejal entre 1996 y 2000.

Como prefecto de Cuenca impulsó las protestas de octubre de 2019 contra el Gobierno de presidente Lenín Moreno (2017-2021) por la eliminación de los subsidios a los , aunque luego acabó haciendo las paces con el Ejecutivo.

Claro ejemplo de su compromiso con la defensa de los derechos indígenas es el precedente mundial que logró cuando en 2022 el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de las Naciones Unidas reconoció la legalidad de su matrimonio ancestral con la educadora y periodista franco-brasileña Manuela Picq, su segunda esposa, después de quedar viudo de Verónica Ceballos, con la que tuvo dos hijas.

Luego de una batalla legal de diez años, el dictamen del CERD ordenó al Estado ecuatoriano registrar el enlace entre Pérez y Picq, contraído en 2013 ante la autoridad de las abuelas del pueblo kichwa kañari, bajo la luna llena y en la laguna de Quimsacocha, rodeados de un círculo de flores.

Fuente: EFE

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