A woman wears a protective mask in light of the novel Coronavirus outbreak, in the Usera neighbourhood in Madrid, on March 10, 2020. Spain has seen a spike in the novel coronavirus cases in the last 24 hours, with 1,622 infections and 35 deaths.  / AFP / OSCAR DEL POZO
A woman wears a protective mask in light of the novel Coronavirus outbreak, in the Usera neighbourhood in Madrid, on March 10, 2020. Spain has seen a spike in the novel coronavirus cases in the last 24 hours, with 1,622 infections and 35 deaths. / AFP / OSCAR DEL POZO

Por: Julián Cubero, Economista Líder de BBVA Research para España

Alguien me dijo una vez que los economistas al analizar las perspectivas macroeconómicas, aventurando las consecuencias de la interacción de eventos, políticas e instituciones, no son nada más que contadores de historias. Nada más y nada menos, porque las historias que contamos definen cómo se ve la realidad y, por lo tanto, cómo se interactúa con ella. El Premio Nobel de Economía Robert Shiller ha trabajado sobre la , en cómo surgen, se difunden y en su impacto en la actividad, en recesiones o en burbujas de activos, y en cómo se reacciona ante ellas. Por ejemplo, la narrativa con raíces morales desarrollada en torno a las bondades de la frugalidad frente al despilfarro da soporte a preferencias políticas que apoyan la austeridad en el gasto (público) y la aversión a la deuda (pública). Las políticas ancladas en la narrativa de la austeridad tienen consecuencias en la realidad económica. También, de la narrativa que sitúa la principal causa de los bajos tipos de interés en un estancamiento secular de la economía () surgen diferentes políticas que si el relato se apoya más en factores como la baja inflación o el elevado ahorro de las economías emergentes (). Narrativas que pueden ser complementarias pueden justificar políticas bien distintas.

Cuanto más incierto es el panorama, más lugar para los relatos, incluso para historias contradictorias que irán mutando con nueva información -o nuevas historias-. Y así hasta que quede alguna narrativa dominante que se viraliza, expande y termina también más o menos rápidamente agotándose, siguiendo el patrón de una epidemia. El desarrollo de la capacidad de cómputo y de las técnicas de procesamiento de lenguaje natural está permitiendo seguir en tiempo real -en las búsquedas en Internet, medios de comunicación o redes sociales- el interés existente y el tono, positivo o negativo, de cualquier evento que forme parte del interés de la sociedad, como la última epidemia desencadenada por un coronavirus, el COVID-19. Como se muestra en un trabajo reciente de BBVA Research, , el interés sobre este asunto ha ido evolucionando al ritmo de tasa de contagios y medidas de contención, con preocupación creciente sobre el impacto económico de una situación tan incierta como la actual. Pero lo que define la situación no es sólo, ni siquiera principalmente, la incertidumbre más o menos elevada que se pueda estimar con indicadores basados en seguimiento de Internet.

El COVID-19 ha producido una caída fuerte de la demanda de algunos bienes y servicios, y pérdidas de producción efectiva por el propio desarrollo de la epidemia y de las medidas de contención implementadas, sobre todo en China, la 2ª economía del mundo y núcleo de la tupida red de intercambios que definen las cadenas globales de valor del comercio mundial. El desbordamiento más allá de China de las disrupciones de la producción y de la caída del gasto, paralelo al avance de la epidemia y de su lucha contra ella, y la incorporación de las tensiones financieras como acelerador de los choques negativos de oferta y demanda, son los elementos definitorios de la situación económica actual. Una realidad cuyo diagnóstico descansa en piezas de información fragmentarias que se hacen encajar, se interpretan con relatos en los que se enfatiza de modo distinto lo que se va conociendo. ¿Con qué relato es consistente que la bajada sorpresa de 50 pb del tipo de referencia de la Fed no detuviera la caída de la bolsa el pasado martes? ¿Fue el descenso percibido como insuficiente para aliviar el tensionamiento de las condiciones de financiación de la economía o fue “excesivo”? (¿Qué estará viendo la Fed para bajar 50 pb fuera de calendario? ¿Puede estar la situación realmente peor de lo que pensamos?).

Habrá que seguir analizando la información que vaya llegando, elaborando historias que por su coherencia puedan difundirse viralmente hasta ser dominantes, pero no nos engañemos: los únicos factores relevantes en lo que se refiere a viralización, son los registros de las tasas de contagio y mortalidad de la epidemia del COVID-19. A esa realidad, todavía desconocida, es a la que se adaptarán los cuentos que contemos.

TAGS RELACIONADOS