INFLACIÓN. La escasez de alimentos provocada por El Niño costero en marzo, disparó la inflación a niveles no vistos desde marzo de 1998, cuando otro fenómeno de El Niño provocó un alza de 1.32% de los precios en Lima Metropolitana. El mes pasado, la variación fue de 1.3% en la capital y de 1.27% en las principales ciudades del país. Como era de esperarse, la inflación fue más alta en las ciudades afectadas por inundaciones y huaicos: Piura, Trujillo, Chimbote y Chiclayo.

A pesar de que la distribución de alimentos se vio afectada por el cierre de carreteras, desplomes de puentes y destrucción de cultivos, el rubro que registró el mayor encarecimiento fue el de enseñanza, tanto en la capital como en el resto del país, explicado por el incremento de las matrículas y pensiones escolares y educación superior. Debido a este factor, marzo suele ser un mes de alta inflación, pero los efectos de El Niño costero empeoraron el resultado.

Las proyecciones del BCR, dadas a conocer hace diez días, ya incorporan el impacto del clima sobre los precios y si bien no varían respecto de los cálculos hechos en diciembre, que esperan que la inflación cierre el año entre 2% y 2.5%, sí advierten que un choque negativo de la oferta y/o la demanda internas podría provocar desvíos respecto del escenario considerado.

Por lo pronto, la inflación anualizada (en Lima) es 3.97%, casi un punto por encima de las expectativas que existían a fines de febrero –cuando las distorsiones atmosféricas y sus destrozos se concentraban en el norte peruano–. Esta semana el BCR publicará su encuesta de marzo y habría que esperar un cambio en la percepción de analistas, empresarios y banqueros.

Si la autoridad monetaria mantiene inalterada su proyección de inflación anual, sería una señal de que contaría con margen de maniobra para flexibilizar su política y utilizar algunas de sus herramientas (encajes, tasa de interés) para estimular la economía a través de la inyección de liquidez. Los datos preliminares de febrero, publicados por el INEI, muestran que muchas actividades continuaban enfriadas o perdían dinamismo (incluso agricultura, minería y crédito bancario), situación que podría haberse exacerbado en marzo por el efecto de El Niño costero. Solo las exportaciones conservaban su buen desempeño.