Elecciones 2020. (Foto: GEC)
Elecciones 2020. (Foto: GEC)

Por Carlos Gallardo

“Por sus frutos los conoceréis” reza el Evangelio y al parecer los hechos y decisiones de los partidos políticos en escoger sus candidatos para la competencia electoral legislativa complementaria convocada por el Presidente Martín Vizcarra, resultan desesperadas por mantener su vigencia. Las normas electorales son hoy cómplices y permisibles con los partidos “vientres de alquiler”; las agrupaciones políticas disfrazan el “transfuguísmo” con “invitados” a su lista de candidatos; la existencia de pactos inimaginables entre personajes marxistas enlistados en partidos de derecha; vemos defensores del LGTBI, el aborto y el matrimonio gay insertados en las listas de postulación al congreso de partidos dizque humanistas cristianos que renuncian a la firmeza de los principios y a sus propios postulados confundiendo los con actualización o modernidad; postulantes ex congresistas, que disueltos buscan su reelección, dirigentes políticos que sin haber obtenido los votos internos suficientes son impuestos por la dirigencia a sus propios partidarios como cabeza de lista; y la inclusión de personajes faranduleros, combatientes y mediáticos para tratar de superar la valla electoral, esto entre otras desesperadas locuras políticas que los ayuden en la sobrevivencia de sus intereses.

Todo esto, no hace sino atentar contra la democracia, la buena política y sus propios partidos. Estas acciones pervierten la verdadera función de los partidos políticos y agrava más su crisis.

Por ello, es necesario recordar lo que es una organización política, tanto para enmendar el entendimiento de lo que significa y persiguen los partidos políticos, sino, para descubrir a los farsantes de la política, que solo inspiran sus decisiones en la toma del poder por el poder, o en el cumplimiento de vanidades e intereses personales o de grupos reducidos.

Así pues, podemos definir que los auténticos partidos políticos son la base de la democracia. Sin ellos no existe una comunidad de ideas distintas respecto a la construcción de una sociedad. Los partidos representan la esencia de un sistema de libertades que ofrece a la ciudadanía una serie de alternativas políticas, las cuales debieran hacer -lo que ahora no hacen- sustentarse en principios filosóficos doctrinarios y marcos ideológicos para ofrecer en el debate de las ideas, las alternativas de superación para la sociedad. Un partido político no solo se funda o constituye para tener sólo como objetivo la toma del poder y el manejo de la cosa pública, sino, además, y más importante aún, para dotar a la sociedad de libertad en ideas, pensamientos, decisiones y acciones políticas para la elección universal de su destino. Coadyuvan, pues, al fortalecimiento de la cultura y conciencia política, activándose la tolerancia y el respeto a las ideas sean similares o diferentes en una convivencia civilizada, respetándose claro está, a las mayorías y minorías coyunturales, sin tener que promover la proscripción de unos y ni de otros.

La ciudadanía deberá distinguir lo bueno de lo malo, separar la paja del trigo. De lo contrario, deberá esperar nuevas opciones que estamos seguros para las elecciones generales del bicentenario se presentarán con mayor solidez, basados en la filosofía, la doctrina política y en su marco ideológico sus alternativas para el rescate de nuestra identidad de patria, defendiendo la vida, la dignidad de los peruanos y sus familias, así como en el objetivo de promover el bien común de cada ciudadano y de todos a la vez.

No perder el optimismo es todo un reto, el mantener la esperanza y la fe es nuestro desafío que como peruanos estamos en la obligación de mantener viva.

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