Periodista
Quince días y dos debates son los que nos separan de la elección en segunda vuelta. Y en este punto, lo que tenemos es a dos competidores con diferencia en las encuestas.
¿Qué puede inclinar la balanza en favor de uno u otro?
Las reuniones organizadas por ambos grupos el martes pasado para presentar a parte de sus equipos técnicos no tuvieron el impacto que buscaban. En un caso, porque se trataba de personas que en su mayoría ya habían sido presentadas días previos en otra plaza pública. Y en el otro, porque si bien se trataba de personas conocidas, de trayectoria, y con manejo mediático, no llegaban a generar el entusiasmo que quizás se quería.
Muy probablemente nos presenten otros nombres en estos días como soporte a las candidaturas. Pero para tener una ventaja con relación al rival, deben ofrecer la participación de personas que marquen una notable diferencia con lo que ya conocemos, y que sirvan para que la población sienta que se amplía la base de convocatoria más allá del círculo ya conocido, y que se busca un contrapeso interno que genere confianza externa.
Las actitudes y cada palabra de quienes postulan a la Presidencia y de su entorno, serán sumamente relevantes de aquí hasta el 6 de junio. Las encuestas próximas nos dirán: i) cuánto han impactado en la intención de voto de Pedro Castillo los casos Burneo, Bermejo, Cerrón, así como las agresiones a corresponsales, y las duras expresiones del candidato contra la prensa; ii) y si las respuestas de Keiko Fujimori sobre las acusaciones de esterilizaciones forzosas y sobre Jorge Baca y Ernesto Bustamante han calmado o agitado las aguas.
Es poco lo que los candidatos han ofrecido como nuevo en esta semana. Tal pareciera que están dirigiendo sus esfuerzos exclusivamente a la movilización política y a la preparación de los debates.
Los viajes pueden reforzar los votos comprometidos, pero será muy importante mostrar audacia para ir en busca de las plazas que son adversas.
Respecto a los debates, el de los técnicos va a ser interesante en la medida en que se ofrezca un equipo que conecte con la gente, y una propuesta de soluciones –no más diagnósticos- que busque aliviar sus problemas diarios, sobre una base realista y franca. Ahí podríamos darnos cuenta “hacia dónde” nos pretenden llevar y cuáles son las verdaderas prioridades.
El último debate será sumamente político. Y lo más probable es que sea una reedición recargada de lo que fue Chota.
No será fácil romper el equilibrio, pero si quieren hacerlo, tendrán que ofrecer al electorado algo muy diferente y mucho más convincente de lo que hasta ahora nos han ofrecido. Ese “algo” marcará la diferencia, porque hasta ahora ambas candidaturas muestran cifras duras que a estas alturas son difíciles de mover hacia arriba o hacia abajo.
Y para asegurar el triunfo la última tarea es la más difícil: los personeros y el control en cada mesa. Si ese trabajo no se toma en serio y con rigor, todo lo trabajado puede verse perdido en la mesa.