Estado ineficiente... la historia continúa

El puente Santa Rosa, que permitirá llegar velozmente al nuevo aeropuerto de Lima, no se inaugurará en 2025 como debería, porque la convocatoria no llegó a tiempo. Las autoridades del Ministerio de Transportes estaban muy ocupadas… ¿En qué?

Es muy probable que en julio las noticias nos sorprendan con decesos de niños de las zonas andinas debido a las muy bajas temperaturas. ¿El Ministerio de Salud desconoce el fenómeno climático de frío intenso en el Perú?

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¿Y los gobiernos regionales, las municipalidades y demás organismos oficiales? ¡Totalmente ausentes!, a pesar de que reciben holgadas partidas de presupuesto para obras que no ejecutan.

Causa indignación que las razones de todo esto sean la ineficacia, la desidia, la ignorancia de los responsables de esos sectores.

Sin embargo, el Gobierno, especialmente los de las últimas décadas aquí y en casi toda Latinoamérica recurre con facilidad al reparto de dádivas en forma de bonos, subsidios, planes, etc., para ganarse la simpatía de la población sin una justificación elemental de costo-beneficio. Convendría destinar los recursos a solucionar esos recurrentes problemas.

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Ante estos hechos, cabe recordar que el Estado está compuesto y dirigido por personas y, como toda institución, su calidad deviene de la calidad de sus directivos. En algunos casos, no saben hacer su trabajo (lo que constituye una grave responsabilidad en quienes los designan); también es importante no asumir un cargo que pueda resultar grande: nadie que calce 39 podrá caminar sin dificultad en zapatos de 45.

Otras veces, la apatía, comodidad o incluso el miedo los lleva a no tomar las decisiones que corresponden.

Hay funcionarios honestos, eficaces, sacrificados, que desarrollan su trabajo en “lucha contra el sistema”. Desafortunadamente, son también los que encuentran trabas y su labor se interrumpe por falta de diálogo y atención. Churchill diría: “Coraje es lo que se necesita para pararse y hablar; también es lo que se necesita para sentarse y escuchar”.

Si queremos hacer reformas, hay que empezar por el Estado: buena cosa sería reducir ministerios… ¡Son 19! En el Perú hay 196 municipalidades provinciales, 1,678 distritales y 2,740 de centros poblados. ¿Podemos imaginar la cantidad de servidores públicos que se requieren? ¿Serán todos, al menos una mayoría, capaces y bien intencionados? ¿O estarán para engrosar el gasto público que hay que lamentar? No se puede vivir llorando sobre lo que no se hizo o se hizo mal, pero sí exigir que quienes hoy dirigen los destinos del país lo hagan con eficiencia y permitiendo la participación de colaboradores honestos y con afán de servicio.

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