Vicepresidente Ejecutivo de Inversiones de Rimac
Para contrarrestar los efectos de la pandemia COVID-19, el Tesoro de los EE.UU. y la Reserva Federal (FED) han desplegado enormes esfuerzos de política monetaria y fiscal: Por un lado, la oferta monetaria ha crecido 27% entre febrero 2020 y febrero 2021. Por el otro, se espera que el volumen de deuda fiscal de los EE.UU. alcance el 130% del PBI a fines del 2021 como resultado del mayor gasto. El impacto de estas acciones –y de un exitoso plan de vacunaciones– es significativo: Según la FED, el PBI de EE.UU. crecerá más de 6% en el 2021, muy por encima de su crecimiento de largo plazo de 1.7%. Como resultado de este crecimiento y de la recuperación experimentada en el resto del mundo, el índice CRB de precios de las materias primas se incrementó en 36% desde marzo 2020.
El crecimiento acelerado y la subida de las materias primas han despertado el temor de que resurja la inflación. Este temor, sumado a la eliminación de la exoneración temporal otorgada a los bancos de su obligación de inmovilizar capital para respaldar sus tenencias de bonos del tesoro, detonó en las últimas semanas, una de las caídas más violentas en este mercado en la historia. El bono de diez años cayó 6% desde diciembre y el retorno exigido por sus tenedores tuvo que subir de 0.91% a 1.75% para que la demanda de compradores asiáticos y europeos se reactive.
Un fenómeno inflacionario en los EE.UU. representaría un cambio de tendencia dado que, a pesar del esfuerzo monetario realizado desde el 2008, la inflación permaneció por debajo del objetivo de la FED de 2% en casi todos los 7 años anteriores al 2020. Solamente en el 2018, la inflación alcanzó niveles de 2%.
Los precios deben subir temporalmente en respuesta a la aceleración, pero antes de temer un fenómeno de inflación persistente, hay varios factores que tomar en cuenta:
(1) Los aumentos en la liquidez y en el gasto público son inflacionarios si la economía se encuentra en pleno empleo. La economía de los EE.UU. registra hoy tasas de desempleo mayores a su tasa de pleno empleo (4.4%). Si se mide de forma tradicional, el desempleo es 6.2% y llega a 6.5% si se toma en consideración a los que han dejado de buscar empleo porque han perdido la esperanza de encontrarlo.
(2) La economía de los EE.UU. usa hoy solamente el 73.8% de su capacidad instalada. Ni la FED ni la CBO (1) esperan que se alcance el pleno uso de esta capacidad antes del 2022.
(3) Estas medidas constituyen un intento por luchar contra un proceso deflacionario de varios años que fue agravado por el advenimiento de la pandemia. Al igual que los EE.UU., en el 2019 varias economías desarrolladas como Europa y Japón, entre otras, atravesaban un proceso deflacionario que no han podido resolver. En sus esfuerzos, estos países han llevado su ratio deuda del gobierno a PBI a 98% en Europa y 255% en Japón en el 2020. La cantidad de dinero creció en los doce meses anteriores a febrero del 2021 en 22.0% en Europa y 13.4% en Japón. Después de años de inyecciones de liquidez, los activos del BCE (2) representaban 99% del PBI de Europa y los del BOJ (3), 127% del PBI de Japón. Sin embargo, se espera una inflación de 1.3% en Europa y una de 0.1% en Japón en el 2021. Los Bonos emitidos por el gobierno alemán a diez años pagan hoy tasas de interés de -0.38%, los de Japón, tasas de 0.07%.
El aumento en el precio de las materias primas también debe ser puesto en perspectiva: en abril del 2011 el índice CRB de precios de materias primas alcanzó su punto máximo (14.4% por encima de los niveles actuales) después de subir 94.2% desde el 2008. En esos tres años, la inflación global anual fue 3.6%; en los EE.UU. fue 1.5% al año, en la Unión Europea fue 1.9% y en Japón, -0.8%. La FED espera un aumento en la inflación en los EE.UU. de 1.4% en el 2020 a 2.2% en el 2021 para después caer a 2%, su nivel objetivo, en los años siguientes.
( 1 ) Congressional Budget Office.
( 2 ) European Central Bank.
( 3 ) Bank of Japan.