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Felipe Cantuarias

Director del Programa en Non-Market Management

CENTRUM PUCP


Hace unos días un inversionista extranjero me comentaba que el Perú era un país con enorme potencial de crecimiento económico pero que la falta de confianza entre los peruanos se ha convertido en una traba durísima que afecta todas las decisiones.

Cuánta razón tiene. En una reciente encuesta del BID, el Perú aparece como el tercer país con el mayor nivel de desconfianza en sus instituciones.

Este altísimo nivel de desconfianza genera una serie de efectos, todos de ellos negativos, que afectan el clima de inversiones:

1. La desconfianza lleva a sobre-regulación. El efecto de esto es que hoy el Perú tiene un nivel muy alto de informalidad (71%, 20 puntos por encima de los que debería tener por el tamaño de la economía) afectando su competitividad.

2. Un tramitología y burocracia que asfixia a la inversión. Como no hay confianza, se pide licencia para todo.

3. La desconfianza de los funcionarios públicos en el sector privado lleva a que las decisiones se posterguen o simplemente no se tomen. La desconfianza en el ciudadano es tan alta que no existe silencio positivo y estos no tienen forma de exigir a los funcionarios que tomen acción.

Una encuesta de Edelman para el Foro Económico Mundial del 2017 concluye que la prioridad No. 1 para los líderes de las principales empresas del Mundo es la confianza hacia sus organizaciones.

En CENTRUM PUCP como parte del Programa “Non-market Management – construyendo confianza para destrabar inversiones”, con un auditorio compuesto por funcionarios del sector público y ejecutivos del sector privado, evaluamos en profundidad las causas que generan este alto nivel de desconfianza y trabajamos en definir las bases para restaurar las confianzas y así contribuir a destrabar inversiones. Otra iniciativa análoga consistió en el congreso de líderes empresariales en donde se buscó conocer a profundidad qué valores personales y organizacionales pueden contribuir a generar también, mayor confianza.

Así, para construir confianza se requiere una reputación positiva que se logra demostrando la consistencia entre lo que se dice y lo que se hace, cumpliendo la promesa de la empresa con ética, compromiso social y gobierno corporativo.

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