Midori de Habich
Economista
Como era de esperar, la salud tuvo un lugar preeminente en el discurso presidencial, en el cual se tocaron tres temas relacionados con el sector salud: la respuesta al COVID-19, la expansión de servicios de salud y la integración del sistema de protección en salud. Este artículo se centra en los dos primeros, esperando desarrollar el tercero y más complejo en una próxima columna.
Con relación a la respuesta a la pandemia del COVID-19, ha sido importante la mención que se construirá sobre lo avanzado para lograr la meta de vacunación de toda la población objetivo en el menor plazo posible. Haría bien el Ministerio de Salud en concretar la retención de los principales cuadros técnicos del ministerio relacionados a la lucha contra el COVID-19, al menos durante los primeros meses de la nueva gestión, llevando a cabo una transición ordenada que no ponga en riesgo el avance de la inmunización. La evidencia señala que, en general, la curva de aprendizaje de los nuevos encargados suele tomar al menos seis meses para alcanzar el nivel de competencia necesario. Luego de cinco años de gran inestabilidad en el Ministerio de Salud -con 10 gestiones ministeriales- esta es una lección que se debe aprender.
Cabe anotar que la respuesta al COVID-19 no debe solo circunscribirse a la vacunación y que para enfrentar una probable la tercera ola se requiere apuntalar medidas en temas clave, como la comunicación de riesgos a la población orientada al impacto en comportamientos y el fortalecimiento de los sistemas y capacidades para vigilancia -incluyendo el componente de laboratorios para Salud Pública-, entre los que han estado más débiles.
Con relación a la expansión de servicios de salud, se menciona la preeminencia de la atención primaria de salud lo que, como idea, tiene amplio consenso entre aquellos que han dado recomendaciones sobre el sector salud. Es necesario reconocer que esto supone un cambio complejo que requiere una sostenida voluntad política para enfrentar los tradicionalmente arraigados incentivos de los actores del sistema hacia la atención hospitalaria. Ello presupone priorizar la asignación de recursos a este fin, no solo presupuestales sino de recursos humanos, tecnológicos, de insumos y materiales, y construir las capacidades organizacionales, gerenciales y clínicas necesarias.
En el corto plazo, es recomendable levantar rápidamente un censo nacional de capacidades e infraestructura, en particular de los centros de salud denominados 1-3 y 1-4, para identificar brechas existentes y rápidamente desplegar una estrategia de mantenimiento y reforzamiento de los establecimientos existentes. Para este esfuerzo de corto plazo de poner a punto lo existente, así como para la ampliación a mediano plazo de la capacidad de prestación de atención primaria se requiere establecer reglas de asignación claras y concertadas entre los niveles nacional, regional y local. Una experiencia valiosa en este sentido son los CRIIS -Comités Regionales Intergubernamentales de Inversión en Salud- en los que el nivel nacional establece en forma concertada las reglas de asignación de recursos y provee asistencia a los niveles subnacionales y el nivel regional lidera el ordenamiento de la inversión regional con las iniciativas locales y facilita los mecanismos de coordinación entre ellos.
Curiosamente, en el mensaje presidencial se hace énfasis asimismo en la construcción de hospitales especializados por región (hospital materno-infantil, hospital neoplásico, hospital clínico quirúrgico, hospital de medicina tropical y hospital de salud bucal), con lo cual el eje básico del cambio se mueve nuevamente hacia lo hospitalario, y más preocupante aún hacia una propuesta que carece de pertinencia y viabilidad. En un entorno de escasez de recursos, es esencial que el Ministerio de Salud establezca las prioridades de la política y reconsidere seriamente esta propuesta que es una crónica de desperdicio anunciada.