Por Isabel Lira
Asociada senior de Proyectos de Recursos Naturales e Infraestructura de Miranda & Amado
La calidad de la infraestructura de un país tiene impacto directo en la calidad de vida de sus ciudadanos y en su productividad. En la coyuntura actual se han hecho más evidentes que nunca las grandes falencias que tiene nuestro país en esta materia y que venimos arrastrando por décadas. El reto que enfrentamos no es menor. El Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad identificó una brecha de infraestructura de acceso básico mayor a S/.360 mil millones (cifra que, además, es considerada “subestimada” por el propio Plan porque no considera ciertos aspectos clave como, por ejemplo, la calidad del agua).
En la más reciente versión del Reporte Global de Competitividad, el Foro Económico Mundial colocó al Perú en el puesto 88, de 144 países evaluados, en el pilar de infraestructura (sufriendo un retroceso de 3 puestos respecto al año anterior). En esta evaluación nuestros vecinos Chile y Colombia nos llevan una importante ventaja al ocupar las posiciones 42 y 81, respectivamente.
El año pasado el gobierno peruano dio un paso importante para redireccionar y fortalecer los esfuerzos para enfrentar nuestra brecha de infraestructura. En efecto, se elaboró y aprobó el Plan Nacional de Infraestructura que busca ser una hoja de ruta para que el Estado peruano incremente la productividad y la competitividad cerrando parcialmente nuestra brecha de infraestructura. Aplicando una metodología de priorización de las acciones, identificó 52 proyectos que consideró de “alto impacto competitivo y social” y que debían ser priorizados. El referido plan consideró que aproximadamente el 55% de dichos proyectos debían implementarse a través de Asociaciones Público Privadas - APPs, la mitad de las cuales estaba en una fase previa a la adjudicación a la empresa concesionaria que se encargaría de su implementación.
La coyuntura actual no debe llevarnos a frenar o suspender los esfuerzos por continuar desarrollando nuevas concesiones en el Perú. Todo lo contrario. Debe llevarnos a continuar trabajando en implementar el Plan Nacional de Infraestructura y a redoblar los esfuerzos por viabilizar, a través de APPs, proyectos de infraestructura que sean óptimos para el desarrollo del país y que tengan las condiciones adecuadas para ejecutarse a través de dicho sistema. El sistema de APPs es una herramienta muy potente que nos permite sumar y alinear esfuerzos públicos y privados, maximizando los resultados. Dicho sistema debe ser utilizado por el Estado peruano, de la mano con otras modalidades de contratación a su disposición, para mejorar decididamente nuestra infraestructura.
Al diseñar nuevos proyectos de APPs, el Estado deberá poner en práctica las lecciones de experiencias pasadas. Será clave que concentremos esfuerzos en lograr que los proyectos se finalicen oportunamente. Para ello, entre otros asuntos, será importante que, desde la etapa de formulación del proyecto, se realice una adecuada y realista asignación de risgos, que el Estado identifique aquellos aspectos que podrían afectar severamente el desarrollo del proyecto (como, por ejemplo, la falta de acceso a terrenos o interferencias con infraestructura existente) y desarrolle una estrategia que permita superarlos en plazos y a costos razonables. También será necesario que durante todas las etapas del proyecto el Estado cuente con funcionarios empoderados y asesores de primer nivel que supervisen el desarrollo del proyecto por parte del privado y que aseguren el cumplimiento de las obligaciones a cargo del propio Estado. Esto permitirá detectar tempranamente cualquier retraso y adoptar las acciones que resulten necesarias para revertirlo. Finalmente, también será fundamental que durante todas las etapas del proyecto todas las decisiones del Estado peruano estén basadas en criterios técnicos.
Hoy más que nunca resulta fundamental que demos pasos decididos, en la dirección correcta, para seguir construyendo la infraestructura que necesitamos los peruanos.