En la plaza de Lurín, con capacidad para 2,900 espectadores, los abonos para esta feria -que culminará el próximo fin de semana- cuestan desde US$ 208 a US$ 445. (Imagen referencial: REUTERS/Guadalupe Pardo).
En la plaza de Lurín, con capacidad para 2,900 espectadores, los abonos para esta feria -que culminará el próximo fin de semana- cuestan desde US$ 208 a US$ 445. (Imagen referencial: REUTERS/Guadalupe Pardo).

Las populares corridas de , que tienen casi más seguidores que el fútbol en Perú, se reanudan este sábado en tras haber sido suspendidas el año pasado por la pandemia.

“Los toreros, toros y la plaza estás listos” en la Plaza La Esperanza de Lurín, un distrito costero del sur de Lima, donde tendrá lugar la primera feria taurina desde la irrupción de la pandemia, en marzo del 2020.

Todas las actividades masivas fueron paralizadas el año pasado en Perú, lo que propinó un duro golpe a los amantes de las corridas de toros y también a los bolsillos de los empresarios de espectáculos taurinos, a los criadores de ganado y toreros.

También resultaron afectados los mozos de estoques, los que confeccionan los trajes, los que tenían cuadras de caballos, los que transportaban el ganado y los vendedores de comida adentro y afuera de las plazas de toros.

Tradición colonial

Las corridas de toros -que culminan con la muerte del animal- llegaron a América con los conquistadores españoles en el siglo XVI y todavía cautivan a miles de peruanos de todas las clases sociales. El país tiene más plazas de toros que estadios de fútbol.

En la plaza de Lurín, con capacidad para 2,900 espectadores, los abonos para esta feria -que culminará el próximo fin de semana- cuestan desde US$ 208 a US$ 445, más que las entradas para el fútbol, pero han tenido gran demanda.

La pandemia logró el año pasado lo que los animalistas no habían podido: cancelar los espectáculos taurinos, incluida la Feria del Señor de los Milagros, la principal de Perú.

Esta feria se realizaba cada año a fines de octubre en la Plaza de Acho de Lima, con capacidad para 14.000 espectadores, inaugurada hace 255 años, durante el virreinato español.

Situada en el populoso distrito de Rímac, próximo al centro histórico de Lima, Acho es de las más antiguas plazas de toros del mundo (1766), y acogía desde 1946 a la Feria del Señor de los Milagros.

Durante la fase más dura de la pandemia la centenaria arena sirvió como albergue temporal para ancianos sin hogar. Todavía sigue cerrada, pero su concesionario, Juan Manuel Roca Rey, espera reabrirla en el 2022.

“Estoy muy contento porque empieza a reactivarse la actividad” taurina en la plaza de Lurín, dijo Roca Rey, explicando que Acho necesita ser remozada: “no está en ruinas, pero no está bonita”.

El país tiene 199 plazas de toros, según cifras oficiales, muy por encima de sus 80 estadios de fútbol.

Y los portales taurinos destacan que los peruanos que pagan para ver corridas de toros duplican a quienes acuden al fútbol profesional.

Antes de la pandemia, el precio de las entradas en Acho superaba a las del Estadio Nacional: un abono para los cinco domingos de la feria costaba hasta US$ 1,600, frente a un abono de US$ 1,200 para los nueve partidos de Perú en el clasificatorio al Mundial de Catar 2022.

El clasificatorio a Catar comenzó a jugarse en el 2020 sin público y ahora continúa con aforo reducido.

“Pandemia dura”

Además de la feria de Acho, antes de la pandemia se organizaban “unas 700 corridas al año” en las provincias peruanas. En ellas se mataban unos 2,500 toros, según el ganadero y torero retirado Rafael Puga, ganador en 1973 del Escapulario de Oro, máximo galardón en la centenaria arena limeña.

“Para nuestra alegría, La Esperanza viene ahora a cubrir el vacío de la Feria del Señor de los Milagros”, señaló Puga, explicando que “para los taurinos ha sido muy dura esta pandemia de dos años”.

En su predio, situado 140 km al norte de Lima, Puga tenía 140 “vacas madres” y 400 toros de lidia, pero las cifras cayeron a la mitad con la pandemia. “La mayoría de toros he tenido que mandarlos al matadero”, indicó.

El coronavirus golpeó duramente a Perú, que acumula dos millones de casos y 200,000 decesos, entre 33 millones de habitantes.

“Lamentable”

Como contrapartida, hay peruanos tristes por el retorno de la actividad taurina: los animalistas.

“Es lamentable que sigamos permaneciendo con estas prácticas tradicionales, violentas, anacrónicas, desfasadas, que no aportan nada positivo a la sociedad”, dijo la activista Rota Oyague, del colectivo Perú Antitaurino.

En febrero del2020, el Tribunal Constitucional de Perú se negó a proscribir las corridas de toros y las peleas de gallos (muy populares también en el país), como pedían 5,286 ciudadanos en una demanda colectiva que buscaba eliminar el maltrato a los animales.

Al fundamentar su fallo, el Tribunal afirmó que “no existe una ‘Declaración Universal de los Derechos de los Animales’”.

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