Redacción Gestión

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Reuters.- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se reunió de último minuto con los parlamentarios indecisos, en un intento por asegurarse un apoyo crucial el día antes de que la Cámara de Diputados vote sobre un juicio político que podría terminar en su destitución.

Y es que la crisis política ha dividido al país y se convirtió en un amargo combate entre la líder de izquierdas y su vicepresidente centrista, Michel Temer, quien la sucedería si prospera el proceso.

Rousseff tuvo que cancelar temprano su aparición en una manifestación contra el juicio político por parte de sindicatos y activistas sociales de izquierda liderados por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. En su lugar, se reunió a puerta cerrada con legisladores en un intento de obtener su voto o la abstención el domingo, cuando la Cámara baja del Congreso decidirá si la mandataria deber ser sometida a un juicio político por saltarse las leyes presupuestarias del país.

Las reuniones indicaron que la votación dominical podría estar más apretada de lo esperado, mientras Rousseff intenta sumar un número estimado de dos decenas más de apoyos para impedir una mayoría de dos tercios en favor de la impugnación que necesitan sus rivales para seguir adelante con el proceso.

Un asesor de Temer dijo que Rousseff, con ayuda de Lula, que sigue siendo el político más influyente de Brasil pese a una investigación de corrupción en su contra, logró dar la vuelta a un "puñado" de votos, pero no logrará alterar el creciente impulso en favor del juicio político.

A través de un video y una columna en un periódico, Rousseff la primera presidenta de Brasil negó con vehemencia haber cometido un delito castigable con un juicio político y calificó el intento de expulsarla del cargo como "el mayor fraude legal y político" en la historia del país.