(Bloomberg) Los gobiernos europeos se encuentran listos para la siguiente ronda de reuniones con Donald Trump, y se han resignado al hecho de que tendrán que aprender a tratar con un presidente de Estados Unidos, a quien ven cada día más errático.

En tanto la Casa Blanca de Donald Trump lucha por liberarse de una situación controversial casi a diario, los funcionarios gubernamentales de tres capitales europeas reconocieron que no tienen otra opción que intentar de trabajar con la administración.

Un funcionario describió la imposibilidad de intentar que los Estados Unidos participen en los preparativos para la Cumbre del Grupo de los Siete en Sicilia la próxima semana. Otro dijo que los aliados de Estados Unidos podrían tener que prepararse para lo peor si la situación de Trump empeora.

Un tercer funcionario dijo que si bien la situación es muy preocupante, el Reino Unido confía en que su relación institucional con Estados Unidos es lo suficientemente fuerte para soportar cualquier crisis extendida en Washington.

La ventaja para Europa es que un Trump distraído podría batallar para conseguir su camino en el aumento del gasto en defensa, las políticas comerciales proteccionistas y el cambio climático.

La realidad, sin embargo, es que el progreso es imposible en temas como los refugiados o la economía global sin la superpotencia mundial en la mesa.

"Es muy difícil saber qué creer, qué son los misiles, qué son los señuelos", dijo Anthony Gardner, ex embajador de Estados Unidos en la UE. "No tiene sentido ser demasiado crítico, sería contraproducente".

Gardner, que dejó su puesto en Bruselas cuando Trump asumió el poder, aconseja a los europeos "esperar hasta que el polvo se asiente".

Buscando claridadLo que los líderes europeos anhelan de Washington en este momento estabilidad, previsibilidad y claridad son tres cosas que difícilmente conseguirán cuando la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron se enfrenten a un líder cuya capacidad de involucrarse en asuntos mundiales ya está siendo deteriorada.

Un funcionario dijo que uno ni siquiera manejaría un negocio de la misma manera en que Trump maneja su gobierno, mientras que otro citó las conversaciones preparatorias para el G-7 como un ejemplo de los desafíos que enfrentan.

El problema principal es que Estados Unidos ya no puede comunicar una línea de política establecida, con diplomáticos asistiendo a reuniones pre-cumbre con poca o ninguna orientación para las conversaciones.

El resultado es poco en el camino de un acuerdo, y un riesgo real de que la declaración final del G-7 esté "vacía" sin nada sustancial que decir sobre el clima o la economía, dijo el funcionario. Los funcionarios europeos hablaron bajo condición de anonimato porque no están autorizados a hablar públicamente.

Funcionarios de la Casa Blanca están tratando de cambiar el enfoque de nuevo a la agenda del presidente, particularmente en lo que se refiere al viaje.

El 16 de mayo, un día después de que surgieran informes de que Trump compartía información clasificada con diplomáticos rusos, el Asesor de Seguridad Nacional H.R. McMaster informó a los reporteros sobre el itinerario del presidente, pero la sesión fue dominada por preguntas sobre estas revelaciones.