Durante los dos últimos meses ha disminuido la popularidad del presidente Vizcarra. ¿A que cree que se debe?
Muchas veces se señala que baja la popularidad del presidente Vizcarra, pero baja a algo de 50%, mientras que Piñera está en el 9%. Eso es para darnos una idea de cómo está el panorama.
Se observa que los segmentos A y B le dan siempre un amplio respaldo…
Está muy arraigada la idea de que el Perú está constituido por mundos aparte, una cosa es el nivel socioeconómico A y otra es el nivel socioeconómico D. Se habla de ellos como si fueran mundos distintos.
¿Y cuáles son las similitudes?
En realidad, como el término mismo lo dice, son niveles socioeconómicos distintos, pero no son planetas distintos. Hay mucho esta idea de confundir un sector como un planeta y dicen: si el sector socioeconómico A y B piensan esto, entonces el D y E están en otra cosa, cuando la verdad es que se comparte un mismo campo político.
¿Somos más cercanos?
Estamos más cerca de lo que creemos a todo nivel, culturalmente, emocionalmente. Lo que pasa es que nos resistimos a darnos cuenta por múltiples razones. Tengo la impresión de que en el centro convergen muy distintos sectores sociales. Esta diferenciación marcada de sectores socioeconómicos tendría sentido en un escenario político más polarizado.
¿No hay polarización en el país?
Lo que hay son gustos distintos, niveles de consumo distintos, pero estamos mal que le pese a algunos en la misma cancha. No diría que el terreno está parejo para todos, pero sí que estamos dentro de la cancha. Esa es una gran extrapolación que ha tenido el Perú durante los últimos 20 o 30 años.
¿Vizcarra se ve beneficiado con la falta de polarización?
Parte del criterio de la aprobación de Vizcarra, o de cualquier otro, ya no es tanto de que hace obras, sino de que es honesto. Ahora, de que eso sea o no verdad es un tema aparte.
¿Es el ambiente ideal?
Un gobernante está en un ambiente ideal ante la ausencia de polarización. Este espacio de centro implica que quien quiera ganarse el favor del público debe actuar con un sentido de responsabilidad, pues ya no son los juegos artificiales.
Están obligados a actuar correctamente sí o sí...
Hay un elector más cauto y está en el centro como consecuencia de un proceso de aprendizaje. Se ha ido aprendiendo en los últimos 30 o 40 años y se ha llegado a un nivel de una cierta cordura colectiva.
Sin embargo no hay un voto tan responsable. ¿El Congreso anterior no es una prueba?
Allí hay un problema de reglas del juego. Hay una desnaturalización del voto preferencial que implica que quien pone más plata en la campaña es elegido. Se promueve otro tipo de talentos, el del dinero o de la soberbia, cosas que no corresponden al nivel de madurez ciudadana que ya existe.