Son muchos los que sueñan con llevar a cabo un negocio propio, pocos los que consiguen concretarlo y muchos menos quienes traspasan la cosecha a sus hijos. Carlos Hiraoka Torres es uno de ellos. Asumió la gerencia general de la tienda de electrodomésticos que lleva su apellido.
El negocio familiar fundado por su padre nació en Huanta, Ayacucho, en una pequeña tienda de apenas 20 metros cuadrados. Desde entonces, diversas pruebas surgieron en el camino. Entre ellas, la pandemia. Su desempeño durante esta es lo que determinará lo bueno y no tan bueno que se hizo al dirigirlo.
¿Cómo mantener viva una empresa tantos años?
Todo se basa en la disciplina y el respeto hacia el personal, los clientes y los proveedores. Los colaboradores están identificados con la empresa, la sienten como suya. Y la fidelidad del público pasa de generación en generación. Mientras que los padres iban a la tienda de Abancay, los hijos acuden a las de Miraflores, San Miguel o Independencia.
¿Qué hay de la actualización?
Hace un año, se abrió la tienda virtual online y eso nos ha permitido en esta época de pandemia salir adelante. Pero son la cultura de trabajo y los valores lo que hasta la fecha nos mantiene en pie, incluso después de pelear con tanta competencia.
¿Cómo se integró a la empresa desde niño?
Mis hermanos y yo hacíamos de todo, desde la atención al cliente. Se debe conocer al detalle la tarea del personal para saber cómo ayudarlo.
¿Cuál ha sido su principal aporte en la empresa?
Ser conciliador. En una empresa familiar, cada uno tiene su manera de ser, pero es importante dejar de lado el ego para que todo vaya por buen camino, saber escuchar ideas y ponerlas en práctica.
¿Qué tan difícil ha sido conciliar?
Nos ponemos de acuerdo en todo sin llegar al conflicto. Hubo decisiones complicadas, pero lo más difícil de definir es la transición. Eso ya lo establecimos, así que no hay más preocupaciones.
¿Cuáles son las voces jóvenes que se escuchan ahora en la empresa?
La de mi hijo y mi sobrino. Los mayores tenemos la mente abierta para asumir que uno tiene su edad, que tuvo su momento y que los jóvenes tienen ideas de acuerdo a los nuevos tiempos. Pero ellos también deben escuchar nuestra experiencia y permitir una conversación fluida.
¿Piensa más seguido en su retiro?
A todos nos toca. Por eso hay que ir preparando a la nueva generación en actitud y obligación frente al accionista, el personal y el público.
¿Cuándo cree que llegue ese día?
En uno o dos años. Cuando las facultades ya no me acompañen se hará la renovación.
¿Considera que ha cambiado el rol de la empresa frente a la sociedad?
Hay mucha riqueza en el país, pero su geografía complicada a veces marca diferencias sociales entre regiones. Por eso creo que debemos tener un fin social, además del empresarial, como la preocupación por el medio ambiente o la educación, por ejemplo.
¿Puede una empresa familiar emprender en estos tiempos complicados?
Sí, pero deberá amar su trabajo tanto como a su familia. Vivir para trabajar, para hacer las cosas mejor. Y como somos seres humanos, saber escuchar para tomar mejores decisiones.
¿Cómo mantener el equilibrio cuando el trabajo es tan importante como la familia?
Encontrando otra vocación. Las relaciones sociales son importantes y a mí me gusta mucho la vida institucional también. Por eso fui director de la Cámara de Comercio de Lima y lo soy ahora de la Cámara de Comercio Peruano-Japonesa.
¿Es una forma de reencontrarse con sus raíces nikkei?
Sí, siempre trato de mantenerme en contacto con ellas y con las de Ayacucho.
- CADE Ejecutivos. IPAE reconoció a la Minera Antamina en la categoría Promoción de la Educación de Excelencia por su proyecto “Efecto Áncash”. Y a la Fundación BBVA en la categoría Promoción del Arte y Cultura Peruana por su proyecto “Casa Cabrera: Museo de Arte Precolombino en Cusco”.