La selección nacional, subcampeona de América. (Foto: AFP)
La selección nacional, subcampeona de América. (Foto: AFP)

Días antes del pitazo inicial de la Copa América 2019, ese partido en donde Brasil goleó a Bolivia sin satisfacer a sus hinchas, la selección peruana de fútbol solo contaba con una mínima chance de llegar a la final.

Según Credicorp Capital, Brasil siempre tuvo el boleto a la final en el bolsillo. Es dueño de casa, cuenta con una constelación de estrellas como equipo, y también con 82% de probabilidades de jugar este partido en el Maracaná.

Lo que nadie tenía en el radar era el desempeño de Perú. Irregular en fase de grupos, con un empate amargo, una victoria holgada, y la peor derrota en mucho tiempo frente al scratch, su rival de hoy en Rio de Janeiro.

Pero bien dicen que la verdadera Copa América comienza a partir de cuartos de final, y Perú se quitó de encima a dos grandes favoritos como Uruguay y Chile. Antes de su primer partido, Perú solo tenía 7% de chances de llegar a la final, y apenas 4% de ganarla.

Las casas de apuestas eran, incluso, más duras con los guerreros de Ricardo Gareca, pues le otorgaban apenas un 3% de probabilidades de alzar al trofeo más antiguo del fútbol de selecciones.

De hecho, la otra favorita para jugar la final era Colombia, un equipo que pisó firme la etapa de grupos y consiguió un puntaje perfecto, pero que no supo resolver frente a Chile, que lo eliminó por penales.

Precisamente, contra este equipo, cuya base ganó las dos últimas ediciones de la Copa América, ganamos nuestro pasaje hacia Rio. Con coraje, buen fútbol y humildad, la bicolor goleó, gustó y eliminó a los dirigidos por Reinaldo Rueda.

Con la estadística rota, y las casas de apuestas pagando entre 11 y 13 por un triunfo peruano, solo quedaba quebrar una última marca. Conquistamos el 7%, y faltaba el 4% que susurraba un 'no' en el Maracaná.

Tres goles a uno fue el saldo que dejó la final de la Copa América. Fuera de las polémicas, una victoria brasileña que era la jugada segura en el panel de las probabilidades.

Pero el Perú que le plantó cara en un estadio repleto y pintado de verde y amarillo no fue el del 4%. No fue un equipo que llegó de casualidad, sino una selección que venció la estadística a punta de trabajo.

La despedida del equipo de Gareca lleva color de plata. La medalla del segundo puesto resulta digna en un partido cargado de emociones. La banda sonora son los aplausos de todo un estadio que aprendió a respetar a su rival.