Daniel Lefort es traductor de la obra de Mario Vargas Llosa y César Moro (Foto: Diana Chávez).
Daniel Lefort es traductor de la obra de Mario Vargas Llosa y César Moro (Foto: Diana Chávez).

Daniel Lefort es el responsable de las traducciones al francés de algunas de las novelas de Mario Vargas Llosa. Junto a Albert Bensoussan, trabajando a cuatro manos, ha llevado del español obras como Conversación en Princeton (L’atelier du roman o El taller de la novela) y Cinco Esquinas (Aux Cinq Rues, Lima).

Lefort, además, ha sido traductor de la obra del poeta César Moro. Estuvo en Lima como invitado de la Feria Internacional del Libro, donde conversamos con él sobre la tarea de llevar al francés la obra de ambos escritores.

¿Cómo empieza a trabajar en traducción?

Mi primer trabajo de traducción fue aquí en Lima, cuando traduje al francés un ensayo sobre el fotógrafo Martín Chambi. Eso fue en el año 91. Para mí era una actividad paralela a la de agregado cultural de Francia. Ahora que estoy jubilado, me dedico totalmente al trabajo de traductor literario.

¿Cómo conoció a Mario Vargas Llosa?

La primera vez que lo conocí no fue a través de un libro, sino en una circunstancia totalmente fortuita. Nos encontramos en una recepción en el año 88. Nos volvimos amigos porque la literatura es mi tema y me interesaba mucho lo que hacía Mario. El primer contacto fue esencial.

¿Cómo es la negociación detrás de la traducción de un libro, sobre todo si está involucrada Alfaguara, que es la casa editorial de MVLL?

Es una negociación de editorial a editorial. En este caso, Alfaguara es una gran casa editorial en español y en Francia es Gallimard, que es quizás la más grande editorial de literatura, por lo menos en Francia. La editorial nos pide trabajar en el libro y esa es la forma habitual de que así se manejen estos contratos.

¿Existe participación del escritor?

Hay poco o casi nada de contacto con el escritor. Solamente cuando hay alguna duda muy grande, pero eso depende mucho de los traductores. Hay quienes necesitan un contacto epistolar muy seguido, pero nosotros no. Mario siempre ha quedado muy satisfecho.

¿El trabajo final debe tener la aprobación del escritor?

No. La traducción puede ser buena o mala, pero es responsabilidad del traductor y la editorial.

Portada del la traducción en francés de "Conversación en Princeton" de la editorial Gallimard.
Portada del la traducción en francés de "Conversación en Princeton" de la editorial Gallimard.

Las novelas de MVLL tienen una base social e histórica muy marcada. ¿Qué tan compleja es la investigación previa o durante una traducción?

Depende del autor. Hay novelas de ficción que están totalmente desconectadas del mundo real. En el caso de MVLL es distinto. Sus historias están muy metidas en la realidad.

Como en Cinco Esquinas…

Exacto. Además, Mario tiene mucho cuidado en respetar la realidad histórica, social, geográfica, urbana. La base realista es muy importante. Entonces hay que investigar y conocer eso. O sino, uno puede cometer errores garrafales en la traducción.

En el caso de Cinco Esquinas, ¿tuvo que visitar y conocer los diversos escenarios de la novela?

Es mejor conocer el sitio. Pero en ese caso sí tenía un conocimiento físico de lo que habla Mario por el tiempo que viví en el Perú. Además, el español que usa Mario es el peruano y muchas veces el coloquial. Es difícil apreciarlo a través de diccionarios o lo puramente documental. Muchas veces el contacto físico con el idioma y la gente es importante.

De otro lado, ¿cuál es la diferencia entre prosa y poesía?

Totalmente distinto. Al traducir una novela uno se vuelve casi un coautor de un texto. Traducir poesía, en cambio, involucra un trabajo al detalle sobre la lengua y la palabra. Siempre que traduzco poesía lo hago en versiones bilingües porque me interesa que el lector pueda ver y cotejar ambos idiomas, incluso si es que no conoce muy bien uno de ellos.

Usted tradujo al poeta César Moro. ¿Qué lo atrajo de él?

Me interesa más la poesía que la prosa. César Moro es un caso especial por varias razones.

¿Cuáles?

Es un caso de rebeldía absoluta. Cambió de personalidad, de nombre, de país, de idioma. Es un desafío impresionante. Pero estos rechazos no fueron porque era antiperuano, sino porque él quería ser propia creación. Toda su empresa poética está hecha de eso: hacer de él mismo un hombre nuevo. Es una afirmación de su libertad absoluta. A raíz de eso, su poesía es excepcional en francés.

¿Y la poca que escribió en español?

La tortuga ecuestre es un poemario fantástico que está dedicado todo a su amor homosexual. Moro se enamoró de un joven cadete y fue una pasión tan violenta que volvió al español para escribir y dedicarle sus poemas. Luego, cuando volvió al Perú, siguió escribiendo en francés.

Y también empieza a enseñar en el Colegio Leoncio Prado…

Eso tiene que ver con la personalidad de César Moro. Su libertad llegaba a tal punto de que no le gustaba trabajar, pero tenía que hacerlo (ríe). Y por “casualidad” eligió enseñar francés en colegios militares. Es algo rarísimo para un homosexual estar rodeado de ese mundo. Trabajó en dos colegios militares y uno de ellos fue donde estudió MVLL.

¿Ha tenido la oportunidad de hablar sobre Moro con MVLL?

Sí, él habla mucho de Moro, le parece una poeta muy importante. Pero en la época cuando fue profesor del Leoncio Prado no se dieron cuenta porque estaban muy apartados de la literatura. Mario no, él ya escribía cartas para sus amigos, pero sin percibir quién era Moro en realidad. Solamente cuando salió del colegio se dio cuenta quién había sido su profesor.