Dean Solon (Foto: Forbes)
Dean Solon (Foto: Forbes)

Dean Solon inició desde los 8 años su espíritu emprendedor, primero acompañando a su padre para reparar aires acondicionados y sistemas de refrigeración. Desde ese momento inspeccionaba para ver cómo funcionaba y volvía a armar una vez terminada su curiosidad.

Ahora es fundador de Shoals Technologies, una empresa dedicada a la manufacturación de piezas para paneles solares, quien se ha convertido en uno de los empresarios más importantes y adinerados de Estados Unidos, construyendo su fortuna sin fabricar sus productos en China.

El secreto de Shoals Technologies

La empresa ubicada en Tennessee fabrica conjuntos de cables, cajas de combinadores, fusibles externos, piezas necesarias para paneles solares, y lo primero que llama la atención al entrar, son las camisetas de distintos colores que utilizan los empleados de la empresa.

Solon le dijo a Forbes que, “las camisetas que utilizan los trabajadores están inspiradas en los distintos personajes de Plaza Sésamo”. Así cada empleado que trabaja en una pieza para una empresa en particular utiliza una camiseta de determinado color.

Pero, ¿Cuál es el secreto para ganarle a sus competidores de China? En su entrevista con Forbes, explicó que la mercadería china puede ser más barata, pero él tiene una ventaja: sus productos son percibidos como más seguros, confiables y fáciles de instalar. Esto se traduce en que las compañías están dispuestas a pagar entre un 5% o 10% más, porque lo compensan en menores costos de mano de obra y mantenimiento.

El “secreto” para mantener el trabajo premium a bajo costo en Estados Unidos, asegura Solon, es una línea de ensamblaje lo más fácil posible. Cada trabajador en su estación cuenta con una pantalla que le explica cómo debe realizar cada tarea, desde desmontar y prensar cables, hasta la instalación de fusibles y conjunto de cables de acabado. Solon lo llama su “perro de Pvlov”.

Los encargados de la planta se sientan en una oficina que tiene vista a todo el interior de la fábrica y rara vez se involucran en la manufacturación. La idea es priorizar el trabajo en equipo, por lo que cuando uno se equivoca o se vuelve lento, es uno de sus compañeros el que lo ayuda. Porque si uno se demora, detiene a toda la línea. “No le grites a nadie; déjenlos tener una victoria personal”, dice Solon lejos de la dureza y hostilidad de las fábricas chinas.

“No necesito exprimir otros diez segundos de ellos. Si la luz verde está encendida, estamos ganando dinero”. Gracias a este método y la confianza de sus clientes la empresa tuvo ganancias por US$ 176 millones el año pasado.