¿Deberes sí o deberes no?
¿Deberes sí o deberes no?

En estos días de final del año escolar muchas familias y maestros empiezan a notar el cansancio acumulado y las dificultades para concentrarse de los niños. A menudo llegan a casa después del colegio y arrastran sus cuerpecitos hasta el sofá. Sin embargo, el descanso a menudo no está garantizado. A muchos de estos niños les toca levantarse del sofá a regañadientes para hacer los deberes.

Según el informe PISA 2015, España es uno de los países donde los chicos de 15 años pasan más tiempo haciendo deberes fuera del horario escolar: 18.2 horas a la semana frente a la media de la OECD de 17.1 horas (ver tabla). Además, en una encuesta encargada a Metroscopia por El País, la mayoría de los padres entrevistados consideran que se mandan demasiados deberes para casa, mientras que el 27% los considera adecuados, y sólo un 3% insuficientes.

Esta situación ha dado lugar a "educación sin deberes", un movimiento sin precedentes en Europa canalizado a través de la mayor asociación de padres de alumnos del país (la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado-CEAPA). Este movimiento ha promovido varias huelgas entre los padres, y se está realizando una recogida de firmas para acabar con los deberes. De todo esto se hacen eco a menudo los medios de comunicación nacionales más leídos (ver aquí).

Numero medio de horas a la semana dedicadas a hacer los deberes (PISA, 2015)

Image: Blog Nada es Gratis/PISA
Image: Blog Nada es Gratis/PISA

Los detractores de los deberes para casa sostienen que el exceso de los mismos está dañando la vida de muchas familias, que no disponen de tiempo libre para realizar otras actividades muy beneficiosas para los niños y relajarse (ver aquí). Además, manifiestan que los beneficios asociados a los deberes no están demostrados, y que los resultados del test PISA están negativamente correlacionados con la cantidad de tiempo que pasan los niños haciendo deberes en cada país.

La evidencia empírica sobre el efecto de los deberes en los resultados académicos es escasa. La mayor parte de artículos de investigación analizan solamente correlaciones entre deberes y resultados académicos. Una revisión de la literatura publicada en la prestigiosa revista de ciencias de la educación “Review of Educational Research” señala que no existe evidencia de una correlación positiva entre horas empleadas en hacer deberes y resultados académicos en Estados Unidos (ver también este artículo).

Un intento de estimar el efecto causal de los deberes en los países de la OECD es este artículo de Falch and Ronning (2012). En él usan efectos fijos de profesor y comparan el efecto de que un mismo profesor mande más o menos deberes de matemáticas que de lengua en los resultados de estas materias.

Los autores encuentran que los deberes tienen un efecto positivo y significativo en Australia, Austria y Estados Unidos, mientras que tienen un efecto negativo y significativo en Suecia. Sin embargo, estos resultados deben ser interpretados con cautela, porque un profesor puede mandar más deberes porque le gusta más una determinada asignatura y/o es mejor enseñando esa asignatura.

También podría mandar más deberes en una asignatura porque sus alumnos necesitan más ayuda en ella o están más motivados para estudiarla. En ambos casos más deberes serían el reflejo en lugar de la causa del resultado académico.

Estimar el efecto de los deberes es complicado por una serie de razones: Primero, querríamos analizar el efecto de los deberes que pide el maestro, pero la mayor parte de datos disponibles (incluidos los de PISA) hablan de tiempo de ejecución de los deberes.

Dicha medida es problemática porque un mayor tiempo de ejecución podría reflejar, tanto una gran cantidad de deberes, como la dificultad de ciertos alumnos en realizarlos (aunque fuesen pocos y fáciles).

Por otro lado, un menor tiempo transcurrido haciendo deberes podría deberse a una ejecución imperfecta de los mismos. Aunque tuviéramos acceso a los deberes que pide el maestro, esta medida también sería problemática porque la cantidad de deberes podría estar reflejando la calidad del maestro que enseña esa materia y/o de los estudiantes.

Por ejemplo, un maestro entregado podría invertir mucho tiempo en preparar deberes y/o algunos maestros podrían adaptarse a los estudiantes y mandar más deberes si los estudiantes son estudiosos y responsables.Me he puesto a buscar algún modo de resolver esta problemática.

En Italia se realiza un test estandarizado de lengua y matemáticas a todos los estudiantes de 7, 10, 13 y 15 años. Junto con el test, se realizan una serie de encuestas a los profesores de estas materias, en las que se les pregunta cómo han preparado el test.

Una de las cuestiones que se plantean indaga sobre si los profesores han mandado preguntas similares a las del test para hacer en clase y/o en casa. Esta pregunta permite comparar la diferencia entre realizar una misma actividad en clase o en casa.

La correlación de las variables "preparar el test en clase" y "prepararlo en casa" con las notas en el test, controlando por la materia del examen y las características del profesor, es 1.4 y 0.9, respectivamente.

Sin embargo, no podemos asegurar que la correlación entre las variables "preparar el test en clase" o "prepararlo en casa" y las notas en el test, refleje la diferencia entre la efectividad de aprender en clase o en casa, porque esta correlación podría estar reflejando aún la influencia de la mayor o menor calidad del maestro o de los estudiantes.

Para poder hablar de efecto, he usado dos estrategias: la primera es tener en cuenta todas las características de la clase a la que pertenece el niño, realizando regresiones en las que se incluyen efectos fijos de clase.

En la práctica, esto implica comparar la cantidad de deberes que manda el profesor de lengua respecto al de matemáticas y los resultados que obtienen los niños en lengua respecto a matemáticas. Aplicando esta primera estrategia los resultados cambian. Practicar en clase tiene una correlación positiva con los resultados de 1.2 mientras que la correlación de practicar en casa es negativa (-0.7).

Sin embargo, estos resultados podrían estar determinados por las diferencias entre los dos profesores que pueden estar correlacionadas con los deberes que mandan.

Para corregir esto, aplico una segunda estrategia.La segunda estrategia es aplicar la técnica de variables instrumentales, usando como instrumento para los deberes que manda un cierto profesor la media de los deberes que mandan los otros profesores de la misma asignatura, en el mismo curso y en el mismo colegio.

La idea es que los profesores en las reuniones de departamento tienden a influenciarse unos a otros, prestarse el material, etc.Aplicando estas dos estrategias contemporáneamente se obtiene como resultado que practicar el examen en clase tiene un efecto positivo en las notas que se obtendrán (18.8), sin embargo, practicar el examen también en casa da lugar a peores resultados respecto a los que se obtendría si se practicara solo en clase (-7.5).

Esto indica que practicar el examen en casa, además de hacerlo en clase (muy pocos maestros mandan practicar sólo en casa), llega a empeorar los resultados del test.

Obviamente, podría ser que mandando deberes los profesores disminuyen la práctica en clase, lo que nos indicaría que los maestros sobreestiman la utilidad de los deberes.

Otro de los argumentos que se han esgrimido contra los deberes es que incrementan la desigualdad entre los alumnos, porque los padres más instruidos pueden hacer que sus hijos aprendan más haciendo deberes en casa (ver este artículo).

Para intentar entender si este es el caso en los datos del test italiano, he interactuado la variable deberes con la proporción de inmigrantes, pero no he encontrado resultados significativos.

En resumen, es difícil encontrar evidencia empírica creíble a favor o en contra de los deberes para casa, pero mi intento avala la tesis de que no se derivan grandes beneficios de los deberes, en términos de resultados académicos.

Si pensamos que las familias en su tiempo libre pueden aumentar el bienestar del niño y de la familia, así como favorecer el desarrollo de otras capacidades de los alumnos con actividades de libre elección de estos y de sus padres, quizás deberíamos redimensionar la cantidad de deberes que se mandan en nuestro país. La polémica está servida.