José María Eguren
José María Eguren

Todo autor emblemático posee casi siempre una faceta sujeta a reivindicación. José María Eguren ha sido situado por la crítica literaria al lado de César Vallejo y Martín Adán como voz más representativa de nuestra tradición poética.

Su pluma, señalan desde La Casa de la Literatura, estuvo “marcada por la musicalidad y un sugerente mundo de seres imaginarios”; pero existe un aspecto de su obra más visual que puramente narrativo.

“La imagen infinita. Eguren, fotógrafo” pretende así penetrar en ese universo casi inexplorado del poeta peruano.

La exhibición, que va hasta septiembre en el (MALI), incluye, al menos, 100 piezas totalmente inéditas en que las imágenes en miniatura toman protagonismo para interactuar con material documental en donde destaca una carta remitida por el intelectual Manuel González Prada.

Registro poco conocido
El propósito, para el curador del museo Ricardo Kusunoki, es acercar al espectador a un universo particular de Eguren, que involucra un “lenguaje excepcional”; donde el denominador común está en la dimensión de las fotografías, que no supera muchas veces los 2cm de diámetro.

“La manera más vistosa en que un artista se puede presentar es en formato grande, Eguren hizo todo lo contrario”, anota Sebastian Pimentel, del Instituto Riva Agüero.

Pese a esto, para los curadores a cargo, las miniaturas del poeta no pierden poder de encantamiento. “Eguren obliga a acercarse e introducirse en lo más íntimo de sus miniaturas”, complementa Rodrigo Sarria, de la institución también detrás del proyecto.

Sofisticación en cada copia
Retratos, paisajes, muñecos, perros, casas, gemelos. No es un mundo occidental ni oriental; rural ni urbano. Es un entorno desolado.

Según expresa Pimentel, no hay multitudes, sino figuras aisladas, con textura espectral, a veces ininteligibles, otras veces llenas de sombras. Fotografías envueltas en profundo misterio, soledad hasta horror. “Se presenta algo oculto; como en su poesía, sugiere, no muestra”.

Los curadores ahondan asimismo en una técnica visual que consideran sofisticada. Y es que, según enumeran, Eguren recurría al recurso de duplicado, al de claroscuro, al de redireccionamiento de la luz en el lente o a la manipulación en el proceso de revelado.

“Es por esto que cada copia viene a ser una suerte de original”, sostiene Kusunoki. “Su obra es tan ambigua que adquiere distintos significados y rompe cualquier frontera”.

Escenarios inexplorados
La muestra no propone, sin embargo, un diálogo entre la poesía, la fotografía y la acuarela de Eguren. “No hemos entrado esta vez en ese vínculo porque queríamos concentrarnos en la fotografía que se muestra por primera vez y merecía ser el foco”, sostiene Pimentel.

Añade que, si bien se trata de lenguajes artísticos diferentes, su vinculación supone un ámbito cuya profundización queda pendiente.

“El plan es que en un futuro surjan estudios que analicen la conversación entre estos tres registros”. “Sin olvidar sus ensayos”, interviene Sarria, quien enfatiza en ese otro legado de corte más filosófico “o, si se quiere, metafísico”.

Cesión y colaboración

Legado. Teresa Berninzon Eguren, sobrina nieta y heredera del legado del poeta, donó su archivo fotográfico al Instituto Riva-Agüero (IRA) para su resguardo y conservación. Estas fotografías serán las que, luego de que el instituto acordara una colaboración con MALI, se exhibirán por vez primera junto a otros documentos del autor.

Patrimonio Cultural

Versión digital. Hacia finales de 2018 el álbum fotográfico de Eguren que conserva la Biblioteca Nacional (BNP) fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Aunque este fue solicitado en préstamo para la exposición, por razones de conservación y de formato, la institución prefirió no otorgarlo. No obstante se incorporará una versión digital de este material que podrá ser revisada por los visitantes.