César Antúnez de Mayolo
Se encuentra en una reunión de trabajo y uno de los directivos que está presentando un proyecto empieza a mencionar términos en inglés relacionados a temas comerciales y de tecnologías de la información, como “ERP”, “scrum”, “bounce rate” y “F&I”.
Usted sabe que “ERP” es un sistema de integración de software empresarial -Enterprise Resource Planning-, pero le avergüenza tener que preguntar qué significa “bounce rate” (tasa de abandono cuando un cibernauta está visitando una página web o llenando un formulario digital) y “F&I” (Finance & Insurance, que es financiamiento y seguros). Mientras algunos partícipes de la reunión asienten como si conocieran esos términos, otros muestran rostros de incertidumbre.
¿Por qué a veces hablamos en jerga técnica, usando términos con anglicismos o acrónimos, a sabiendas que nuestra audiencia no necesariamente los conoce? ¿Será porque hablar “en difícil” nos hace ser vistos como más listos, interesantes o experimentados? ¿O nuestro objetivo es que no entiendan mucho y no nos hagan preguntas? ¿Y por qué a veces evitamos preguntar por el significado de términos que desconocemos, tras escucharlos? ¿Será porque no queremos ser vistos como neófitos en la materia o como los únicos del grupo que no entendemos?
Jerga empresarial
La terminología empresarial técnica puede ser entendida por aquellos con cierto conocimiento o experiencia en el campo específico, pero su uso se ha popularizado no solo en consultores de negocios, inversionistas y estudiantes de programas MBA, sino también en cualquiera que desee usarla en la empresa.
El problema empieza cuando más gente adopta una terminología para aparentar ser parte de un grupo específico o para ganarse el respeto de otros, sin importar que muchos en su audiencia sean legos en la materia y no entiendan dichas palabras.
¿Ser o parecer?
Es natural que, como profesionales, nos importe cómo nos ve el resto de gente en la empresa, pues a nadie le gusta ser visto como menos competente de lo que es ni mostrar un bajo desempeño. Sin embargo, el usar “adornos” innecesarios con terminología ajena a nuestra audiencia, no nos hará parecer como más listos ni experimentados.
La comunicación
Una de las habilidades directivas más importantes es la comunicación, pues un directivo no solo tiene que ser claro y coherente en sus mensajes, sino que debe generar credibilidad y confianza con sus palabras, adaptando su discurso al contexto de lo que quiere transmitir y, sobre,todo, a su audiencia. El entusiasmo que puede generar en nosotros el “glamour” de cierta terminología empresarial podrá gatillar nuestra intención de “lucirnos”, pero impedirá que nos comuniquemos efectivamente, confundiendo a nuestra audiencia y mostrándonos más bien como personas cursis, o como decimos en el Perú, “huachafos”, pero del management.
Un líder que se preocupa en cosas tontas para impresionar en sus mensajes, probablemente se enfocará también en cosas que no agregan valor a su trabajo, buscando “aparecer en la foto” y ser visto como alguien que hace lo correcto, descuidando a su equipo y, por ende, la esencia de la labor directiva, que consiste en desarrollar personas.
EN CORTO
Lenguaje. Según una investigaciones de Jennifer Chatman, directora asociada de Haas School of Business de UC Berkeley, muchas veces la gente usa jerga empresarial para evitar pensar profunda y claramente sobre sus propios objetivos y las directrices que deben darle a sus propios equipos.