Competencia. De los 72 pilotos, Richard Palomino llegó en primer lugar con un tiempo de 19h:43m:09s.  Se repitió la historia del 2013, pues su hermano Ronmel ocupó el segundo lugar.
Competencia. De los 72 pilotos, Richard Palomino llegó en primer lugar con un tiempo de 19h:43m:09s. Se repitió la historia del 2013, pues su hermano Ronmel ocupó el segundo lugar.

Por Luciana Tello

A sus 45 años, Richard Palomino acaba de convertirse en bicampeón del Rally Caminos del Inca (CDI) junto a su copiloto ecuatoriano Augusto Larrea.

El sabor a victoria guarda un recuerdo de infancia. Tenía apenas 8 años. Estaba cansado de que la lluvia le impidiera ver los números de los autos de competencia que pasaban por la puerta de su casa de Andahuaylas. Decidió trepar un cerro para ser testigo del paso del auto “711”. Fue entonces que prometió encontrar también su destino en las pistas.

¿Ganar CDI es cuestión de suerte o de presupuesto?
De ambos. La suerte estaba puesta desde el inicio. Ganamos etapa tras etapa. Y en cada una se cambió el auto y se colocaron repuestos. La concentración y motivación de mi equipo también han sido fundamentales.

¿Cuánto se invirtió en el componente humano?
Mi personal está conformado por 22 personas, trabajamos como una familia. El equipo mecánico y mi copiloto Augusto Larrea son parte de la columna vertebral en la carrera. Se invierte más de US$ 30 mil en su traslado y alojamiento.

¿Importa talento extranjero?
Sí. Dos argentinos ven la parte electrónica y la suspensión del auto. Además, llevamos un curso con el excampeón mundial Xevi Pons. Del piloto español aprendimos mucho a regular el rebote y la presión de los neumáticos.

¿Qué auto llevó?
Usé Mitsubishi Lancer EVO X, la última generación. Lo he armado en España. Es un carro de tracción integral 4x4 que ha sido probado y corrido en varios mundiales. Para correr en esta categoría, la inversión ha sido de US$ 150 mil.

¿A cuántos kilómetros corrió?
Alcancé los 252 km/h. No tengo mapeado el costo por kilómetro de este modelo, pero es muy alto.

¿Piensa en el presupuesto mientras corre a esa velocidad?
(Ríe). A medida que avanzas, golpeas el auto y vas midiendo qué necesitas. El año pasado casi rompo una suspensión y si me tocaba una etapa más de tierra, no me alcanzaba. Por eso, esta vez decidí llevar dos juegos más.

¿Cuál fue su estrategia?
Escuchar y arriesgar un poco más. Le dije a mi copiloto Larrea: “Cántame las curvas dos veces antes”.

¿Cuándo fue la primera vez que un auspiciador se interesó y por tanto tocó su puerta?
En el 2008. Corría poco, me ofrecían solo entre S/ 200 y S/ 300. Así apoyaban las empresas locales. Esta vez el 100% fue financiado por mis auspiciadores.

¿Hay mayor interés en apoyar a los pilotos?
El parque automotor es más competitivo. Y con la tendencia de las redes sociales, los auspiciadores ven que sus publicidades salen en Facebook cada vez que se reporta el paso de un carro.

¿Es rentable vivir compitiendo?
No creo. Yo lo tomo como un deporte independiente de mi trabajo. Programo mis vacaciones en los meses de CDI. No puedo estar concentrado en ambas cosas. En octubre no atiendo a nadie.

¿Hace falta que una visión empresarial del evento?
Sí. Hace falta establecer lazos con el Gobierno en presupuesto y logística. Nosotros vendemos la realidad del Perú en sus rutas. Entre el 80% y 90% de los corredores provienen del interior del país y se autofinancian.

¿Por qué se debe internacionalizar el torneo?
Cuanto más extranjeros en la competencia, mayor interés de los turistas en venir. Solo cuatro pilotos contamos con copilotos de afuera.

¿De qué depende?
Necesitamos las condiciones para que estén dispuestos a venir. Me gustaría que se invierta en temas de seguridad como helicópteros para ambulancias.

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