La destreza de resaltar las virtudes y ocultar los defectos
El diseñador Adolf Finseth no es fan de las tendencias. “Me baso en el cliente”, señala tajante el experto que se inició en la sastrería personalizada hace cinco años. Calcula que una asesoría dura 30 minutos, tiempo en el cual el interesado comenta qué artículos tiene en su clóset y para qué ocasión requiere el diseño.

Con estos datos, el escultor de prendas de vestir evita repetir artículos y amplía las posibilidades de conjuntos.

Realiza tres visitas al cliente en casa u oficina. Su equipo está conformado por un sastre y un camisero, ellos lo ayudan a entregar trajes entre tres y cuatro semanas. “Me han hecho pedidos en menos tiempo, pero los he rechazado”, explica Finseth.

El diseñador se ha encargado de atuendos de entre S/ 3,000 y S/ 10,000 . “La calidad de la confección es la misma, varía el precio por los materiales y el servicio”, añade el empresario que elabora pedidos para cualquier ocasión.

Algunas sugerencias generales del experto son en función al cuerpo del cliente. Para un hombre bajo y de contextura gruesa, son adecuadas las líneas verticales, las solapas delgadas y en punta , con un solo botón para una apertura pronunciada. Para los altos y delgados sugiere diseño a cuadros y de solapas más anchas.“Tratamos de resaltar las virtudes y ocultar los defectos”, indica Finseth. 

Cuando la estrategia es ir más allá de las tendencias
Len Rodridge es el nombre de la sastrería que atiende Leoncio Rodríguez y que heredó de su padre. Aunque la mayoría de clientes se acercan al local, el sastre también acude a domicilio.

El experto considera que estar actualizado en tendencias es un beneficio, pero el valor diferencial de su servicio radica en trabajar de acuerdo al gusto del cliente sin que este invierta tanto tiempo en ir de compras. “La cita con el cliente puede tardar entre 20 minutos y dos horas”, asegura Rodríguez.

Asimismo, el sastre sugiere que los ejecutivos tengan como mínimo seis trajes en colores negro,azul y gris oscuro. “El cliente elige el tono, el forro y el diseño interior”, añade el empresario.

“El traje más caro que hice costó US$ 15,000. Tenía cuatro combinaciones: 10% seda, 30% vicuña, 20% casimir y 40% lana”, cuenta Rodríguez, quien asesora también en cuanto a corbatas, gemelos, clips de corbata, tirantes y zapatos.

Su equipo de ocho personas confecciona doce trajes en ocho días, pero en temporada alta los pedidos pueden entregarse hasta en dos meses. Asimismo, el sastre señala que lo más rápido que ha podido trabajar un atuendo ha sido 24 horas. Sin embargo, este servicio express se brinda solo en ocasiones especiales. 

La armonía también depende de los detalles
Por el momento, Yorgo Stratouris no ofrece el servicio en oficina. No lo ha necesitado, pues prefiere que el cliente dé fe de su trabajo en su atelier de Miraflores.

Tiene alrededor de 400 tipos de telas en sus catálogos, las cuales desfilan por debajo de una lámpara y posan sobre el brazo del cliente hasta que este encuentre el color y material indicados. Durante este tiempo, Stratouris examina las reacciones del interesado y ofrece sugerencias.

Cuenta con cinco personas que trabajan en su taller y dos zapateros externos. Si se requiere hacer modificaciones, usted puede esperar 15 minutos a que se hagan las correcciones en el mismo lugar.

Un traje de la marca cuesta como mínimo S/ 2,670. “Solo un 25% del precio es lo que vale la tela, el resto se paga por el servicio y la mano de obra”, explica el diseñador que revela su pasión por los detalles. Stratouris invierte 45 minutos en tomar las medidas y apuntar los detalles del cuerpo del cliente. Incluso, tomar fotografías puede ser de ayuda.

El artesano del vestir considera que el 80% de las personas no encuentra el atuendo indicado en las tiendas. En esta profesión se resalta la importancia de las telas y entretelas para elaborar una vestimenta suave, ligera y con una caída natural.