MDN
hotel Ritz-Carlton de Riad

| Estatuas de bronce de caballos encabritados adornan el hall de entrada, en tanto los clientes occidentales se arremolinan ante un suntuoso bufete. Estamos en el Ritz-Carlton de Riad, lujoso hotel que luce exactamente como fuera antes de servir de "prisión 5 estrellas" a miembros de la élite saudí.

Este palacio de 500 habitaciones volvió a abrir el domingo, tres meses después de su cierre al público. Sus primeros clientes estaban curiosos de hallar señales del encarcelamiento entre sus muros de decenas de príncipes, ministros y empresarios, en el marco de una purga anticorrupción sin precedentes.

"La única diferencia es que las puertas de entrada están abiertas" asegura a los clientes un empleado. "Imagino que la lista de invitados es también muy diferente", responde un diplomático sentado en el hall de entrada.

Muchos de los 381 sospechosos que pasaron por el hotel, entre ellos el multimillonario príncipe Al Walid ben Talal, fueron liberados tras llegar a "acuerdos" financieros con las autoridades.

Entre los demás detenidos de alto rango figuraban el exjefe de la Guardia Nacional, el príncipe Miteb ben Abdalá, el magnate de la construcción Bakr bin Laden, o el de la prensa, Walid al Ibrahim.

Según socios comerciales de los sospechosos, cada detenido tenía una habitación con televisión pero sin acceso a internet o a teléfono para impedir cualquier contacto con el exterior.

También fueron retirados objetos cortantes o los cordones de las cortinas para impedir intentos de suicidio.

El domingo, todos los servicios estaban disponibles en una habitación de lujo del octavo piso donde se alojó un periodista de la AFP. Imposible saber si uno de los detenidos estuvo ahí, o si la habitación fue renovada.

Según el sitio internet del hotel, los detenidos más destacados residieron en 'suites' reales, que incluyen una habitación, una cocina, un comedor y un salón.