A menudo, el curador de una exposición es quien protagoniza entrevistas y se lleva los aplausos. Sin embargo, la presencia de un museógrafo es igual de vital. Su labor es resolver todo lo referido a temas de espacio para las piezas (soporte, distribución, iluminación y seguridad).

Luisa Yupa, museógrafa del cuenta cómo el 50% del éxito de una presentación está en sus manos.

Parte esencial del proceso

Cuando se proyecta una exhibición, pero aún “no se tiene la pieza preconcebida (por el artista), el museógrafo lo acompaña un poco en la realización”, cuenta Yupa.

Se hace de esta manera porque “lo peor que puede pasar es diseñar sin pensar en los factores (de espacio) y que luego, al enfrentarse al público, tengas que evitar con una catenaria que la gente se acerque”. Además, el profesional encargado debe tener capacidad de logística y gestión.

“El museógrafo orquesta todo”, comenta Yupa, quien lidia en su trabajo con historiadores, artistas, carpinteros, especialistas en fierros.

“El museo depende del cronograma que armo en el día a día, para saber a qué persona le toca entrar (a la sala)”, añade la museógrafa.

Asimismo, ella coordina con todas las áreas. Dialoga con marketing sobre “el color de la sala, la banderola, todo lo que sale a difusión”.

Limitaciones y obstáculos

El presupuesto de cada exposición se divide en transporte, seguro, curaduría, publicación y museografía. Este último “nunca recibe menos del 15%”, señala Yupa.

Dicho monto se usa en exhibiciones donde predominan piezas de patrimonio. Pero si la mayoría es parte de la colección, su área puede recibir hasta el 50% del presupuesto. La exhibición “Plata de los Andes” fue la muestra que más tiempo le ha demandado preparar. Tuvo más de 300 piezas.

“La plata es un material difícil de iluminar sin que brille demasiado. No ponerle mucha, pero tampoco poca luz, porque la sala se podía ver muy oscura”, recuerda Yupa.

El tiempo también puede jugar en contra. La muestra “Otras historias posibles” empezó a fines del año pasado. “Mi trabajo tardó tres meses, pero es poco tiempo. Normalmente, se prepara con seis meses de anticipación”, reconoce.

Detalles que llevan al éxito

La manera en la que se distribuyen las piezas en el espacio influye en la percepción del público. Por esto, la también arquitecta considera que el 50% del éxito de una exposición se debe a su trabajo.

“No podría ser menos del 40%. Puedes tener una pieza muy hermosa pero, si no se exhibe bien, se desmerece por completo”, sentencia.

Yupa también reconoce que muchas veces diseña algo para que se use de una forma y las personas la usan de cualquier otra.

“En realidad, hasta te retroalimentas con eso”, indica la experta.

En Corto

Anécdota. En una ocasión, una pieza de arte contemporáneo llamó la atención del público infantil por sus colores y luces led. “Tenía el texto de ‘Por favor no pisar’, pero los niños corrían a abrazarlo como si fuera un robotito de una feria”, cuenta Luisa Yupa. Aunque se pueden valer de elementos de seguridad, la museógrafa de 32 años cree que en algunos casos, poner la catenaria evita que el público interactúe. “Hay que educar y no restringir”, enfatiza.

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