(Foto: USI)
(Foto: USI)

A Ricardo Wiesse se le considera uno de los artistas más emblemáticos de la generación del 70 y, por tanto, un pintor consolidado, pero él rehúye de los calificativos grandilocuentes.

Su obra se define por el dominio de la abstracción que conjuga en simultáneo lo figurativo y una mirada casi siempre presente en los trazos precolombinos. Aun así, a sus 63 años, solo le preocupa pintar a su aire y sin prisa.

“Tengo mucha esperanza de que la pintura me siga conduciendo por sí sola, para mí es una forma de hacer introspección, ajustar cuentas con mis sensaciones e impresiones”, explica. “Es estar vivo”, remata.

Su taller ubicado en un amplio espacio barranquino frente al mar lo constata. Cuadros de gran, mediano y pequeño formato se lucen en todos los rincones: paredes, caballetes y otros pocos colocados cuidadosamente en el piso.

Una invitación a todos sus efectos al universo de la abstracción. “Yo busco sin parar, no pienso enyesarme en ningún momento, esta es una carrera de largo plazo que cada vez más se va haciendo más interesante”.

Doble mirada
Quizá la muestra más palpable de la vigencia del artista tiene título “Década reciente”, una exposición que hasta julio reunirá en la Galería Germán Krüger Espantoso sus obras de los últimos diez años.

Esto es, telas abstractas, piedras pintadas, paisajes figurativos de la costa limeña y óleos elaborados in situ en el santuario de Pachacámac, a lo que sumará la serie “Azules de Vallejo”, que después de inaugurarse en Madrid se expondrá por vez primera en Lima.

Wiesse incorporará, pues, aquel entrañable proyecto en que tomó 33 veces la palabra azul en la obra del poeta de Santiago de Chuco mediante una serie de grabados. “Fue deliberado, más bien un homenaje personal que se fue multiplicando porque al comienzo fueron tres poemas hasta que se fue dando de pronto una idea que aunara lo visual con lo textual”, recuerda.

Así que, en cuanto a la eventualidad de repetir la experiencia recalca: “Que haya hecho lo de Vallejo no me ata a nada”; y de inmediato reflexiona: “Pocos artistas universales me motivan tanto como él”. ¿Cómo cuáles? “El arte nazca”, responde contundente.

A la muestra que invadirá el ICPNA le seguirá una exposición exclusivamente sobre piezas figurativas en torno a Pachacámac que aterrizará en el Museo Ralli de Santiago (Chile) hacia agosto.

Proceso individual
Aun así, Wiesse asegura no sentirse presionado por los plazos, al menos en lo que se refiere a su proceso creativo.

“Yo soy de tandas, trabajo hasta que me agoto en esa tanda, de ahí paso a otro soporte, trato de que lo que haga no sea en absoluto rutinario sino una búsqueda divertida, que no esté pasmada por la obsesividad, por el tiempo, pero una vez que las ganas de proseguir cambian solo cojo otro material”.

El pintor cuenta que desde hace poco redescubrió la resina, sustancia que le ha permitido darle otro acabado a un collage reciente. El retorno inevitable ha estado, sin embargo, en el óleo sobre tela.

“La pintura siempre me conduce ahí, siempre hay una búsqueda de nuevos materiales, pero no la extraño como antes cuando la heterogeneidad era mi bandera”, comenta.

El artista revela así que su proceso creativo se ha alterado, dice que ya no es tan impulsivo como antes y que, por ende, procura ser más exigente y dejarse guiar por la intuición.

“No suelto cuadros así nomás, me puede tomar años, no le pongo plazos a nada, estoy siempre abierto a la transformación, a la opción de nuevos elementos”, precisa. “Se trata de ver lo que pasa dentro del ring de las cuatro esquinas”.