El 'nueve' de Bélgica ya anotó cuatro goles en Rusia 2018. (Foto: AFP)
El 'nueve' de Bélgica ya anotó cuatro goles en Rusia 2018. (Foto: AFP)

Romelu Lukaku mide un metro con 91 centímetros. Pesa 94 kilogramos de puro gol. Luce la número 9 de la selección de Bélgica, calza 47 y hasta antes del Mundial no tenía un patrocinador de calzado.

Antes de llegar a usaba Nike o Adidas. Hoy es Puma, la marca deportiva que le pagará anualmente US$ 1.3 millones por ser su imagen. Con sus nuevos zapatos gigantes, ya marcó cuatro goles.

El año pasado, su técnico en el Manchester United, en medio de una triste racha sin goles, indicó que necesitaba un sponsor, porque sino no marcaría goles. Lukaku solo sonrió.

De pequeño no debía tomar decisiones sobre marcas o millones. Todo era más simple o complejo.

A los 6 años, su almuerzo era leche y pan. Un día vio a su madre echar agua a la leche. Ya no alcanzaba para más. Su familia, de origen congoleño, estaba en bancarrota.

El fútbol no solo fue entonces un entretenimiento, sino una vía de escape.

El otro amanecer

Lukaku tiene ahora 25 años. El año pasado, José Mourinho se obsesionó con sus goles en el Everton y pidió a los dueños del Manchester United abrir la ­billetera y comprar. En ­Europa, comprar, vender, pagar, gastar, invertir, perder en el fútbol, son verbos que se cruzan en la misma oración.

Los diablos rojos accedieron a la petición y desembolsaron US$ 131 millones. Cinco años antes, había dejado el Chelsea y su joven carrera era muy nubosa. Quien lo echó fue el propio Mourinho, quien tardó en darse cuenta del potencial de Lukaku.

Hoy es uno de los goleadores en Rusia. Ya lleva cinco tantos. Su tamaño, su desconcertante velocidad, su portentosa forma no pasan desapercibidas. Es esa contextura, hizo que a los 16 años el Anderlecht lo hiciera debutar en el primer equipo, cuando aún estaba en el colegio. Esa misma edad debutó en la selección mayor de Bélgica, donde es un ídolo.