(Bloomberg) En la madrugada del 27 de abril, cuando las temperaturas en todo Burdeos cayeron por debajo del punto de congelación, los viñedos normalmente oscuros y desiertos de repente cobraron vida.

Ejércitos de trabajadores desembarcaron en los campos, las fogatas ardían con fuerza y ventiladores gigantes y aspas de helicóptero revolvían el aire helado.

El enemigo invasor era una helada que ponía en peligro uno de los cultivos más valiosos del mundo, las uvas que producen botellas de US$ 4,000 de Château Petrus y otros preciados vinos.

El frío, que causó por lo menos 1.000 millones de euros (US$ 1,100 millones) de daños en lo que los viticultores de Francia denominan el mayor desastre en un cuarto de siglo, es el último golpe a una industria francesa que exportó 8,250 millones de euros de vino en 2016 pero ha perdido participación en el mundo en los últimos años.

Conforme las heladas hacían estragos en los viñedos de Burdeos a Borgoña y Champaña, el destino de un viticultor dependía de los recursos, la planificación, la ubicación y, sobre todo, la suerte.

Entre los trabajadores que temblaban de frío en Burdeos esa noche estaba Inês de Bailliencourt, de la bodega de Pomerol Château Gazin, que rápidamente se dio cuenta de que enfrentaba el peor peligro de helada para sus vides desde el frío helado de 1991 que aniquiló el 90% del viñedo.

Dice que esta vez la bodega estaba mejor preparada para evitar la escarcha de la madrugada, encendiendo cientos de candelas gigantes para dar calor a las vides.

"Tuvimos suerte", dijo de Bailliencourt, cuya familia es propietaria de Gazin desde hace un siglo y vende su vino por US$50 a US$100 la botella. "Encendimos fogatas por todas partes. Fue la primera vez para nosotros".

Saint EmilionMenos de 10 kilómetros (6 millas) al sur, cerca de la histórica ciudad de Saint-Emilion, otros se enfrentaban a pérdidas más grandes. A diferencia de Gazin, ubicada en la meseta de la región, el Château Canon La Gaffelière se asienta en un terreno bajo cerca de unas vías férreas y es más vulnerable a los bolsones de aire helado que se forman bajo las laderas.

Más del 70% de las viñas de la finca sufrió daños, según Magali Malet-Serres, que trabaja en la bodega.

Otros châteaux de Burdeos dicen haber perdido casi todo. Champaña y Borgoña se vieron menos afectadas pero este es el segundo año consecutivo de grandes heladas en esas regiones.Si bien el calentamiento global en general ha dado lugar a cosechas más tempranas y uvas más maduras, el tiempo frío sigue siendo una amenaza anual en Francia.

Este año el riesgo fue agudo debido a una primavera anticipada que hizo que las viñas brotaran justo cuando volvía el clima invernal. Los viticultores pueden contratar seguros contra heladas, pero pocos lo hacen porque es caro y de poco valor para los productores de prestigio, ya que cubre sólo el valor de las uvas perdidas, no la cantidad total del vino en botella.

Los productores en general no reúnen las condiciones para recibir asistencia por desastres, informó el Ministerio de Agricultura.

Las heladas afectaron al 60% de las áreas vitivinícolas de Burdeos y reducirán el volumen de la cosecha 2017 un 40%, según la federación vitivinícola de Burdeos FGVB.

Eso significa que sólo en esa región se perderán al menos 1,000 millones de euros de producción, de ingresos anuales normales de 3,500 millones a 4.000 millones de euros, dijo la organización. En la comuna de Chablis en Borgoña, se vieron afectadas 1,500 hectáreas (3,700 acres) de un total de 5,300 hectáreas, según la junta regional del vino.