Mariela Idone López es tecnóloga médica en terapia de lenguaje. A inicios del 2019, invirtió S/ 15,000 en su propio centro de atención en San Juan de Lurigancho. Al ponerlo en marcha, logró emplear a cuatro personas más.
Un año después, todo su esfuerzo se vio paralizado con el inicio de la pandemia y la cuarentena estricta decretada por el Gobierno. Cerró su centro de atención y con ello las cuatro personas que trabajaban allí perdieron su empleo.
De un momento a otro, Mariela se quedó sin negocio, sin empleo y sin ingresos. Cuenta que tuvo que echar mano de todos los ahorros que tenía para solventar sus gastos, y cuando se terminaron, no tuvo más opción que retirar parte de su fondo de la AFP.
Con la reactivación de las actividades económicas, tuvo que reinventarse. No tenía el capital para reabrir el centro que cerró, pero comenzó a ofrecer terapias vía online y a la par inició su negocio de venta de mascarillas especiales para las terapias de lenguaje. “Tuve que empezar de cero, fueron tres meses sin ningún tipo de ingreso”, dice. Hoy, siete meses después del inicio del shock, Mariela está en proceso de reconstrucción de su negocio y de la calidad de vida que llevaba previa a la pandemia.
Clase media
El caso de Mariela es uno de los millones que se vieron afectados con la pandemia. Ella forma parte del grupo que se denomina “clase media consolidada” y que será la que más se resentirá con la crisis económica.
El economista de Macroconsult Álvaro Monge dijo que su último estimado confirma que el segmento “consolidado”, que era el 47% de la población antes de la pandemia, bajará a 40% este año, y para el año 2021 subiría a solo 42%.
“Sube poco porque gran parte de las tasas de crecimiento que vamos a ver en el año 2021, si bien son grandes, son rebote, no es que estemos llegando a niveles precrisis. La recomposición ocurrirá en el tiempo, en la medida en que la economía llegue a los niveles precrisis, que será en tres años”, explicó.
Según Monge, la caída muestra que esta clase media, en realidad, no estaba tan consolidada. El derrumbe rápido se debió a que la estructura de sus ingresos estaba soportada en fuentes de trabajo de baja productividad o en segmentos informales.
Sumas y restas
Pero hay otro grupo que también es considerado como clase media, pero vulnerable, porque está muy cerca de caer en la pobreza. Aquí se dará un doble efecto. Por un lado, habrá gente que caiga a situación de pobreza y, por otro, tendrá que recibir a quienes ingresen a esta situación desde la zona “consolidada”.
Así, en el global, se tendrá que este año la población vulnerable se incrementará de 27% a 29%, precisamente porque habrá más gente que pasará a la condición de vulnerabilidad que las que pasen a la pobreza.
Los cálculos de Macroconsult muestran que en total son 2.8 millones de personas que pasarán del segmento medio consolidado al vulnerable, mientras que los que pasen de la vulnerabilidad a la pobreza serán unos 2.1 millones de personas.
“Son cerca de 5 millones de personas que de alguna u otra forma, han visto deteriorada su calidad de vida de manera importante y que tienen que recuperar su nivel perdido”, explicó Monge.
Agenda
Así como Mariela está en proceso de reconstrucción de su estilo de vida, la clase media peruana también debe ser reconstruida pasada la pandemia, pues no basta con que cada ciudadano haga el esfuerzo de “reinventarse”. Álvaro Monge sostiene que un primer paso es que el Gobierno se enfoque en crear empleo formal.
Pero el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) plantea una agenda para consolidar esta clase media más de los ingresos, que incluyen temas de pensiones y salud.
La primera es una propuesta de protección del ingreso laboral, consiste en adoptar un seguro de desempleo híbrido, que mezcle el seguro tradicional con otro de cuentas individuales. Así se aseguraría un ingreso básico en caso de que un trabajador quede desempleado.
A ello se suma una reforma del sistema de pensiones que asegure una pensión mínima. Y en el caso de la protección contra riesgo de enfermedad, se propone la adopción de un seguro universal, integrado, en función del tipo de mecanismo redistributivo.
Familias han disminuido su capacidad de ahorro
Según Álvaro Monge, la pérdida de ingresos que tienen las familias de clase media tiene como consecuencia directa la disminución de su capacidad de ahorro y de inversión. La mayoría de los planes que una familia tenía han tenido que ser revisados y crear lo que se llaman los presupuestos defensivos, es decir, ajustan y esperan que pase el golpe.
Además, hay un reemplazo en la canasta de consumo importante. La gente está empezando a ser mucho más cuidadosa respecto del precio de los bienes. Se van a canastas mucho más baratas.
En el mediano plazo, los impactos a medida que la recuperación de los ingresos pueden ser más lentos, podrían tener efectos diferenciados. Por ejemplo, si en los segmentos más pobres se tiene un problema de seguridad alimentaria, eso afectará el nivel de nutrición de los niños y habrá un impacto de largo plazo, porque habrá un segmento de la población que no estará adecuadamente nutrido.
Otro ejemplo es el de educación. El choque de ingresos también puede hacer revisar el tipo de educación que le están dando a sus hijos y eso va a impactar en la acumulación de capital humano de estos niños. Esto, más allá de las consecuencias que está teniendo en los aprendizajes la manera en la que los distintos colegios están afrontando la virtualización, que tiene efectos negativos en regiones con bajo rendimiento escolar.
Habrá más pobres en zonas urbanas que en rurales
El impacto de la crisis sobre la pobreza será grande. Los 2.1 millones de personas estimados por Macroconsult que caerían en la pobreza, tendrían una mayor incidencia en zonas urbanas.
La exministra de Desarrollo e Inclusión Social, Carolina Trivelli, afirmó que hasta el 2019 la mitad de los pobres estaba en la zona rural y la otra mitad en la zona urbana. “Ahora, como el incremento de la pobreza urbana va a ser significativo, probablemente tengamos mayor número de pobres en las zonas urbanas”, refirió.
Lo otro que también crecerá de manera significativa, como efecto de la pandemia del covid-19, es la pobreza extrema que, según Trivelli, es gente que pasa hambre sí o sí. “El 80% de los pobres extremos eran rurales hasta el 2019, ahora probablemente tengamos un porcentaje de pobres extremos en zona urbana”, añadió.
Será clave la asistencia de los programas sociales, porque se trata de un tema de supervivencia.