Ni oráculo infalible ni cenicero de moto

Redacción Gestión

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Kurt BurneoEconomista

A veces los estudios y alcances de las evaluaciones que hacemos los economistas generan dos miradas marcadamente contrapuestas. Por un lado, algunos extremadamente ven a la economía como un infalible oráculo de Delfos, intentando conocer el futuro per se muy cambiante :¿cuál será el tipo de cambio a fin de año?, ¿qué pasará con los índices bursátiles?, ¿cuál será el precio del oro?, ¿seguirán los precios altos en el sector inmobiliario?, etc.; son algunas de las preguntas más comunes. En el otro extremo están aquellos que ven a los análisis hechos por los economistas como poco entendibles, demasiados abstractos y poco utilizables en términos prácticos. Ni lo uno ni lo otro. Ni los economistas somos predictores infalibles del futuro ni las evaluaciones son tan útiles como ceniceros de moto. Miremos más de cerca estos aspectos.

Independientemente que muchas veces los pronósticos que se hacen en economía asumen la condición "ceteris paribus", expresión que significa que dadas determinadas condiciones se podría prever determinados efectos a continuación; por lo tanto, si cambian las condiciones supuestas, obviamente los resultados previsibles también, de allí que para nada los economistas podríamos ser pronosticadores infalibles del futuro más aún cuando lo que está bajo el microscopio de la economía son relaciones entre agentes que al interactuar pueden perfectamente modificar previsiblemente su comportamiento.

Debo señalar que la economía como ciencia social sí es útil en términos prácticos para la toma de decisiones por parte de personas, empresas y Estados. La principal herramienta de análisis de los economistas son los modelos que al final son representaciones simplificadas (abstracciones) de la realidad donde se deja de lado lo accesorio y se formalizan las relaciones fundamentales que definen el contexto por analizar.

La capacidad explicativa y prospectiva de los análisis económicos se podría evidenciar en este breve relato (cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia): Cuando un país X, cuyo Poder Ejecutivo presentó hace poco una propuesta para expropiar una parte importante del paquete accionario de una empresa extranjera que participaba en la explotación de un recurso natural, toma como elemento de base, en la justificación de la medida, la poca inversión hecha y la falta de un importante avance en la cobertura del mercado interno, un elemento económico explicativo de ello reside en una fijación anterior a la firma de precios inferiores al de equilibrio, por ello el resultado esperado era el que la empresa no ofertara la cantidad de producto que los consumidores demandaban, así como magnitudes de inversión insatisfactorias, tal como efectivamente ocurrió en la práctica. Y como es difícil distinguir para el común de la gente del país X quién tiene la responsabilidad de lo que está pasando y, sobre todo, de la causa que originó el desabastecimiento, por ello es probable que los costos sean pagados en el tiempo, aunque algunos costos son más inmediatos como, por ejemplo, al aumentar la percepción de riesgo en este país dada la decisión adoptada, la teoría pronosticaría un aumento de la prima de riesgo por incumplimiento de obligaciones de deuda (Credit Swap Debt), tal cual como efectivamente sucedió.

En suma, la ciencia económica no es infalible pero, bajo determinados supuestos, la capacidad explicativa y predictora de los modelos usados por esta para desarrollar sus evaluaciones es evidente. Quizá esto último hace que sea una disciplina particularmente interesante y de mucha vigencia en el mundo actual.

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