Peter Yamakawa
Decano de ESAN Graduate School of Business
Pronto elegiremos a nuestro próximo mandatario. Lejos de caer en una polarización producto de una visión simple (izquierda, centro o derecha), es importante enfocarnos más en el perfil de la persona que queremos que conduzca las riendas de nuestro país por los próximos cinco años. Por ello, quisiera hacer un ejercicio en el cual nos pongamos en el lugar de un cazatalentos que busca la persona idónea para ser presidente del Perú, una labor muy compleja por las grandes brechas de nuestro país y lo fragmentado de nuestra sociedad, tanto a nivel de fuerzas políticas, como en aspectos más cotidianos.
Perfil integral
Los primeros tres requisitos que deberíamos considerar son: i) el grado académico que se tenga, ii) la experiencia previa en gestión de empresas o instituciones, además de alguna experiencia política o labores realizadas para el sector público, y iii) una visión amplia de la realidad nacional e internacional, que permita una mirada holística de las distintas problemáticas y las tendencias que se vienen dando. Por ejemplo, es fundamental que nuestro aparato público se transforme digitalmente para ser más cercano a los ciudadanos o que nuestra matriz energética sea más sostenible para no dañar más al planeta.
Ahora, más allá de la profesión, es requisito fundamental que cuente, como mínimo, con un poco de conocimiento en todos o la mayor parte de los sectores productivos. Si bien un presidente trabaja de la mano con sus ministros o asesores, es importante que tenga nociones sobre las diferentes dinámicas de los sectores y así las reformas que se quieran implementar puedan ser aplicables para beneficio de todos.
También debe demostrar un amor sincero por el país y un compromiso serio para sacarlo adelante. La experiencia administrativa y el liderazgo juegan un rol clave para lograr este objetivo.
Si me correspondiera evaluar a un candidato a la presidencia, me interesaría conocer su plan de gobierno y las líneas de acción para cada sector, a fin de superar la crisis económica y sanitaria. Además, si propone cambios constitucionales, debe respaldarlos con un buen plan estratégico. También es importante comprobar si tiene claras las necesidades prioritarias del país.
En la parte de habilidades blandas y habilidades sociales, quien aspire a ser presidente debe destacar por lo siguiente:
– Empatía para tomar decisiones que protejan sobre todo a las poblaciones más vulnerables y a los grupos minoritarios.
– Resiliencia para sobreponerse a toda adversidad.
– Perseverancia para llevar adelante los cambios que necesita el país.
– Comunicación fluida hacia la población y con los otros poderes del Estado. Lo que diga tiene que ser fácilmente entendido y transmitir una imagen positiva, que inspire confianza y credibilidad.
– Integridad para hacer lo que dice y viceversa, predicar con el ejemplo.
– Valentía para tomar decisiones arriesgadas en un contexto complicado.
– Capacidad de escucha activa, pero también de discernimiento para no dejarse llevar solo por las opiniones de terceros.
La suma de estos componentes en el perfil del próximo mandatario, así como su gabinete ministerial, permitirán asegurar un mejor futuro para nuestro país.